El año pasado, tras salir de una reunión de Nakera Romi, una amiga, actualmente dedicada a la política, me preguntó: “Ramón, ¿tú cuándo vas a dar el paso a la política?” A lo que le contesté que llevo metido en ella desde los 13 años: Asociación de Vecinos La Atunara, Club Juvenil La Atunara, CEMSO, Proyecto Hombre, Coordinadora Antidroga, Hermandades y Cofradía, en Nakera Romi, etc. Incluso el estudiar Magisterio y ser maestro es una acción política, ya que política es “acción transformadora para el bienestar del individuo y de la sociedad”.

Tengo casi 62 años y para mí todas las elecciones son una fiesta democrática que espero y en las que participo, incluso en las anteriores al Parlamento Andaluz donde nos tocó, a mi mujer y a mí, estar cada uno en una mesa electoral. Con la que más disfruto es con las elecciones municipales. La razón es porque conozco personalmente a la mayoría de los candidatos. Tengo información de los candidatos. Sé en que trabajan, su equipo favorito, su sindicato, sus relaciones familiares y de amistad, si le gustan y tienen animales en casa, en qué usan su tiempo libre… y si no los conozco no los voto porque significa que no han estado metidos en política activa-social.

Nuestro sistema democrático depende de los partidos políticos, pero no debemos dejar esa exclusividad a los políticos “profesionales”. La ciudadanía debemos hablar con el voto, pero también con la palabra y la acción. Los candidatos deben buscar elementos en común entre ellos y sobre todo con los ciudadanos. Ser candidato de unas siglas políticas no es ser enemigo de las otras, es el contrincante ideológico y con el que después debe buscar puntos de apoyo para trabajar juntos por su pueblo.

Por esta razón me gusta leer los programas electorales, criticarlos o apoyarlos. Soy partidario de los proyectos de equipo, que parten del pueblo y no teledirigidos desde Sevilla o Madrid.

Son un total de 237 las candidaturas presentadas en la provincia de Cádiz: 11 en la capital, 10 en Jerez y siete tanto en Algeciras como en mi pueblo, La Línea de la Concepción. La existencia de tantas papeletas, al contrario de lo que piensan muchos, es un grado de madurez y una satisfacción democrática.

De los siete candidatos de La Línea, tres mujeres y cuatro hombres, he tomado café con cinco de ellos, con uno jamás he hablado. A dos les he criticado o apoyado distintas propuestas de sus programas electorales. Y una recomendación para todos: “El aportar y mantener sedes para el movimiento asociativo debe ser prioritario en la política municipal”.

Las mesas electorales nos esperan en nuestras localidades. Si queremos a nuestras ciudades, a nuestros pueblos, a nuestros vecinos, debemos votar.

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