Puede existir un cofrade anticlerical que no tenga vivencia de fe y que no admita la jerarquía eclesial? Los datos del último barómetro del Centro de Estudios Andaluces nos indican que el andaluz es poco religioso, pero a la vez participa en cofradías y romerías. Estamos en plena Cuaresma y los actos de las cofradías reciben la visita de muchos hermanos de las corporaciones y de vecinos en general. Pero esta afirmación es real. Puede parecer contradictorio que se definan como poco religiosos pero muy cofrades, incluso en algunos extremos, y no con la boca chica, anticlericales.

Los números son claros. Cada día tenemos menos bautismos, menos comuniones y, por supuesto, menos bodas. Pero sin embargo la fe popular no decrece, es parte de nuestra identidad personal, familiar, social y, por supuesto, del ser andaluz.

Para mí la vivencia de fe es antes que la de cofrade. La cofradía nace de una comunidad parroquial, se alimenta con ella y de ella. Los sacramentos no son convenciones sociales, sino una relación personal con la divinidad que nos sustenta, fortalece y nos une con la iglesia. Es un camino de crecimiento. Una parroquia puede existir sin cofradías, pero una `cofradía no debe existir sin comunidad celebrando los sacramentos.

Cada día es más habitual encontrarnos con nazarenos que no solo no van a misa los domingos, sino que no han hecho la primera comunión. Incluso nos encontramos con costaleros que no están bautizados. En este alejamiento es fácil echarle toda la culpa a la sociedad y convertirnos en medidores de fe. Es una realidad a la que no podemos darle un portazo.

Para dar respuesta a estos hechos, hagamos autocrítica. El primer paso que se debe marcar es definir iglesia, porque iglesia no la forman únicamente los sacerdotes, nosotros también somos iglesia, parte del problema y de la solución.

La percepción que se tiene en la actualidad del sacerdocio no es positiva. Hoy no se busca a un sacerdote confesor, consejero, psicólogo o pedagogo al que se le pregunta para que nos aconseje. Cuando nos encontramos a un director espiritual que hace funciones de fiscal, mayordomo, vestidor, lector e incluso hermano mayor no es un acercamiento a la cofradía, sino una dejación de su auténtica función sacerdotal.

En ese mismo estudio se muestra que son los jóvenes los que más se van alejando, ya que solo ven en ella práctica ritual, un teatro con unos pocos protagonistas y los demás meros espectadores.

Las puertas de la iglesia deben estar abiertas de par en par y las cofradías son un instrumento para acercar la fe a la sociedad, a una comunidad acogedora, sin niveles ni castas, sin espectadores sino en la que todos somos actores.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios