Que los seres humanos estamos hechos de distinta pasta es una evidencia. Y lo digo porque estoy convencida de que la escena que el otro día presencié, el anciano, de otra pasta, la tiene más que olvidada y a mí, cuando menos lo espero, me asalta quebrándome la pasta.

Iba de camino a Algeciras por la carretera vieja donde el paisaje y el poco tráfico la hacen, según mi pasta, más atractiva. Sin embargo, hay bastantes personas que conozco, de distinta pasta, que no la cogen nunca porque el ritmo de la secundaria les exaspera y prefieren la autovía. Yo, la verdad, no suelo tener prisa y a mí la otra alternativa me estresa. Bueno, pues un poco antes de la venta San Isidro, justo al salir de la curva, me veo un gato hermoso, bien cuidado y blanco, convulsionando en mitad de la carretera. Pongo las luces de emergencia para aminorar la marcha ya que diviso a un grupo numeroso de personas, que iban caminando por esa vereda, que corren dirección hacia donde estaba el gato. En ese momento, lo primero que me viene a la cabeza es "qué bueno el interés de todos por el animal". Pero cuando están en mitad del asfalto, pues al haberme parado pudieron cruzar ya que en la otra dirección no venía nadie, pasan de largo del gato moribundo y es cuando me percato que en la cuneta del otro lado del camino hay un chaval que algo aturdido se levanta. Me supongo que ha impactado con el gato y ha perdido el control de su moto. Veo que está bien y que todos los que corrían están para atenderlo. Vuelvo a centrarme en el gato que sigue moribundo y solo. En el momento en el que voy a bajarme para acercarme a socorrerlo veo salir de los matojos al parsimonioso anciano con indumentaria de campo, coge al lustroso y hogareño gato por el rabo, le da dos o tres vueltas en el aire y lo lanza entre toda la maleza cayendo el animal a saco por el peso. Me quedo muda y helada. Quito las luces y avanzo con mucho malestar dentro. Corriendo soluciono el asunto y en pocos minutos estoy de vuelta, me paro a ver si el gato sigue vivo. Lo busco y ahora sí que está requetemuerto.

¿Puede tu pasta entender que la imagen del malherido gato volando me siga acompañando o es de la que también lo hubiese cogido por el rabo?

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