Existe un pasatiempo divertidísimo al que me aficioné hace unos años: compartir, entre risas y sorpresas, las formas diferentes que tenemos en cada rincón de España de referirnos a lo mismo utilizando palabras distintas. Así, es muy común que el vallisoletano se descojone del acarajotao del andaluz, que este mire raro al aragonés cuando habla del esbarizaculos (tobogán) o que el extremeño se pregunte si ha escuchado lo que ha creído escuchar cuando el gallego dice que "se va a chollar" (a trabajar).

Esta pasión mía comenzó nada más aterrizar en la capital, cuando una noche que íbamos a salir de fiesta dije que solo me faltaba ponerme "los tenis" para estar listo y mis amigos creyeron que había decidido ir a correr una maratón en lugar de a beberme unas copas.

Sin duda, el español, con su exquisita pluralidad, es uno de los idiomas más ricos del mundo y, sin embargo, el otro día recibí un correo en el trabajo en el que se me convocaba a "una call ASAP para hacer un brainstorming de tips sobre el próximo proyecto, ya que nuestro partner nos ha dado un deadline de dos días". El tipo que lo mandó es de Cuenca.

Hay más y no es mejor: Hace unas semanas un amigo me enseñó una conversación que mantuvo con un conocido que trabaja en una gran empresa. En ella le pedía información sobre los procesos de admisión. El chaval, majísimo y dispuestísimo, se ofreció a hacerle "un referral", "pasarle tu currículo a Human Resources", y le admitió que no conocía muy bien el equipo que le interesaba, pero que le sonaba "bastante nice" y que, si quería, podía orientarle sobre "cómo son las behavioral interviews", ya que "en el loop habrá varios así" y le parecía "todo un poco entry level". A mi amigo le advertí que, si comenzaba a trabajar en ese sitio del demonio, le retiraría la palabra.

Mi generación recurre hasta en las situaciones más mundanas a burdos extranjerismos superfluos impuestos por redes sociales, el mundo de la comunicación, el IBEX 35 y LinkedIn. Hay algo más guay que saber inglés: demostrar que se cuenta con un dominio absoluto para combinarlo con el español. También es más guay ser chief technology officer que director de tecnología. De hecho, el primero seguramente sepa mucho más que el segundo.

Yo, a veces, me descubro diciéndole a mi novia love u o plantando al final de una frase el too much y cuando me doy cuenta me siento un imbécil. Gibraltar es una de las cunas de esta manera de hablar. Puedes pasear por sus calles y que suene un graciosísimo "quillo, pass me la pelota". Ahora nos miran como diciendo: "¿Veis cómo esto era lo que molaba?". Tanto cuñado diciendo que el Peñón es español y al final han acabado conquistándonos.

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