El primer contacto que tuve con las muñecas infantiles fue a través de una negrita ataviada con una exótica falda hawaiana que le pusieron los Reyes a mi hermana Mari Carmen. Como nunca he visto después a una hawaiana negra, siempre pensé que el diseño de la muñeca debía de haber sido parido por un juguetero alicantino de mente calenturienta. Las generaciones de mujeres españolas se identifican por el muñeco de su infancia. La de mi santa fue el Nenuco. Creía yo, ingenuamente, que con el juego se preparaban para una futura maternidad, pero ¡ay! pronto descubrí que era para algo peor. Se preparaban para dominar el Efecto Nenuco y eso es una catástrofe, para los hombres que vivimos en pareja.

Uno se ducha por la mañanita, se viste, un toquecillo de colonia y así maqueado de dispone a coger la puerta, cuando tu santa, como el alcaide de una prisión tejana, te espeta: ¿a dónde vas tú con esas pintas? A continuación se barajan infinitas opciones, tales como los pantalones no te van con el jersey, los calcetines son horrorosos, los zapatos no están relucientes, la corbata muerde y así hasta el infinito. Como en la lotería, hay millones de combinaciones, pero mi santa se las conoce todas. No queda más que desvestirse y hacer lo que ella dice. El reconocimiento del gesto por parte de ellas, siempre es condescendiente, tipo "menos mal que yo estoy aquí, que si no…". Existe otra versión más motivante: ¡Ahora sí que vas guapo! Uno no se deprime, porque ha comprobado que a todos los amigotes casados les pasa exactamente lo mismo. Los Nenucos ahora somos de carne y hueso, y nuestros superhéroes son los solteros y los viudos que se visten sólo una vez. Los hombres del futuro lo tienen peor. El muñeco actual es el "Reborn", una copia tan hiperrealista de un humano que se te ponen los vellos de punta. Tiene pelo implantado, rubor en las mejillas, pliegues en la piel y su canastilla de vestiditos es idéntica a una real. Si lo ves en un escaparate, te preguntas qué padre canalla habrá abandonado allí a su bebé. Vale 500 euros y la versión en silicona puede llegar a los 800. Hay lista de espera para comprarlos. Ahora que caigo, se están entrenando para practicar el Efecto Nenuco, con robots. Ya me temía yo que el feminismo radical iba a provocar que los hombres seamos una especie en peligro de extinción. Se están preparando para el día después. El que viva, lo verá.

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