Tengo una buena noticia para ustedes. El viernes próximo ya no tendrán que leer, la sarta de pamplinas con las que suelo obsequiarles. Llegó la liberación, después de 500 artículos en unos cuantos años, en los que nunca falté a mi cita. Les debo una explicación. El arrabal de senectud que ya estoy pisando, hace que imperceptiblemente la pluma tome una deriva conservadora y gruñona, que produce primero, el convertirte en algo así como la voz del jubilata y más tarde en un abuelo Cebolletas, contando batallitas. Antes de ese horror, prefiero cortarme la coleta. Desearía que guarden el recuerdo gozoso de los viajes que hemos hecho juntos, de los conciertos, las exposiciones y, sobre todo, del conocimiento de los héroes anónimos que nos rodean y que no tienen posibilidad de salir en la prensa, salvo que cometan una atrocidad. Esto último, ha sido para mí lo más gratificante de todo: dar voz, a los sin voz.

Mantengo mi compromiso con el Campo de Gibraltar, la tierra que me acogió ya hace muchos años y de la que me enamoré, el primer día que vi salir el sol tras el Peñón. Este lugar, tan maravilloso como olvidado de los poderes públicos, merece tiempos mejores que sólo podrán llegar si salimos de nuestra apatía y luchamos porque vengan. He tratado en mis artículos, no meterme con nadie y distinguir las voces de los ecos, con la mirada amplia, lejos del foco en el que los que mandan, pretenden que nos centremos. Nada humano me es ajeno y bastante polarizada está nuestra sociedad, como para andar echando gasolina al fuego. He tratado de ser sincero, utilizando un lenguaje coloquial y sencillo. Creo firmemente que el sentido del humor es el mejor lubricante de las relaciones humanas. Engañarles, después de tantos años, es imposible porque ya me conocen ustedes a mí, más que yo mismo. Como nunca me he considerado más que un periodista amateur, ha sido para mí un honor, compartir espacio literario, con excelentes columnistas y los grandes profesionales que escriben en éste su periódico. EUROPA SUR, ha sido para mí una casa acogedora, que me ha permitido expresarme con absoluta libertad. Nuevos columnistas van a enriquecer los contenidos, por lo que me voy con la absoluta tranquilidad de que cuentan, con relevos de garantía. Dice el Eclesiastés que "hay un tiempo para cada cosa" y este para mí toca a su fin. Dicho esto, me abro, me doy el piro, hasta luego cocodrilo, vámonos que nos vamos, hago mutis por el foro, heat the road Jack, pongo pies en polvorosa, el manisero se va, hasta luego Lucas, me largo y como los niños de la familia Trapp: adiós, adieu, auf wiedersehen, goodbye. Gracias por todo. Dios les bendiga.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios