El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
Hay situaciones en las que hay que tomar decisiones ingratas. Yo sí soy partidario de dar los votos al PP en Extremadura para que Gobierne, incluso de negociar Ley a Ley y apoyar aquello que no desentone con el ideario y que pueda beneficiar, y aquí metería a todo el espectro a la izquierda del PSOE, y si no: aguantar y convocar elecciones otra vez.
El error histórico, ya vivido en la Segunda República, es el frontismo permitiendo a los antisistema, la extrema derecha, tocar bola. Eso convierte en prisionera a la derecha civilizada (que se asilvestra y metamorfosea en monstruo, ya lo estamos viendo) e impide que la izquierda pueda ejercer “legítimamente” porque los ultramontanos ya ven justificado cualquier acto que les dé el poder, desconsiderando la alternativa.
El PSOE se equivoca encapsulándose, Sánchez ha pactado bien, esto es, dentro del Parlamento y la Constitución; dudar esto es no ser demócrata. Otra cosa es que nos guste, a mí la derecha nacionalista... en fin. El PP cuando alude continuamente a la destrucción de las estructuras (que controla), de la democracia misma (gobernando casi la totalidad del territorio), cuando cree que denostando y deslegitimando a Sánchez gana votos hace dos campañas: su derrota y el ascenso de los neofalangistas. Se está disparando en el pie.
El verdadero peligro de este país no es el delito, mientras funcione la Justicia, y de esto, con todas las críticas necesarias, no dudemos. El peligro es el pensamiento “naturalista”, esto es, el que se autojustifica como único y, por tanto, en la obligación moral de eliminar al contrario por el bien de “todos”. Esto es la bomba ultrarreaccionaria. PP y PSOE y Esquerra y Bildu y PNV e IU y Sumar y... deberían estar a una para gobernar como bloque democrático, ésta es la única defensa que necesita España, lo de hacer frentes electorales termina en campos de concentración.
No pasa nada por gobernar en minoría pactando si eso es el reflejo de las urnas. No pasa nada por dejar que la ciudadanía vote, y si llega el momento de las mayorías: mejor. El pacto democrático enfriaría a un electorado radicalizado, animaría al desmotivado y devolvería el discurso y las propuestas a la política, en vez del atentado verbal. Si los ultras llegan, al menos no les abramos las puertas, por una vez: que no sea lo que Dios quiere. Hay quien se está fascistizando y se cree de izquierdas, ahí está el peligro verdadero.
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