La noche de agosto ha sido calurosa. Alborea el domingo, cuando monto en mi Vespa, imitando al protagonista de la película de Nanni Moretti Caro diario, para dar un paseo por Algeciras. El motor ronronea suavemente y la brisa refrescante de la mañana, me da en el rostro. Los semáforos inalterables, aunque no haya tráfico rodado, siguen su rutina roja verde y amarilla, como cíclopes guardianes. A la entrada del Rinconcillo, un aroma celestial traspasa la mascarilla: es el olor del pan recién horneado de San Nicolás. Pepe, se afana en poner en orden de combate a los molletes, los consistentes bollos de masa dura, el pan moreno y las barras, en la vitrina del mostrador. Pan honrado de un panadero honrado. En las huertas de los arenales, siguen creciendo los tomates con sabor a los de antes y la playa, pareciera estar tomando aire para afrontar la invasión de bañistas, en unas horas.

Al paso por el tanatorio, veo a unos dolientes, tomando el fresco, después de la noche interminable, a la espera del acto final. Así pasa la gloria del mundo. El Corte Inglés parece una enorme ballena varada en la Playa de los Ladrillos. Al pie de la baraja de naipes desplegada de la Escuela de Artes y Oficios, Don Quijote sigue cabalgando en su Vespa y me saluda al pasar. Los árboles y las flores de la mediana del Paseo Marítimo cobran un tono dorado con la primera luz del día, que resalta su belleza. Las palomas se han enseñoreado de la Plaza Alta y ni se inmutan cuando suena la campana. La Virgen de la Palma, sigue cubriendo con su manto de mármol blanco el sueño de los algecireños. El mercado Torroja, parece un ovni, recién aterrizado en la soledad de la plaza de la Palma. El Puerto de Algeciras, la ciudad que nunca duerme, continúa el eterno ballet de grúas que danzan al sonido de las alarmas. Paco toca eternamente la guitarra, prisionero en bronce. El metal esta bien, pero mejor hubiera sido, haber fundido la estatua, en espuma de la orilla del Rinconcillo y luz de la Bajadilla. Al pasar por el Saladillo, "ya todo está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa", cono en el tango de Gardel. En San García, las hileras de adosados parecen edificios acostados sobre las laderas. La soledad, hace más hermosa la Ballenera y el Estrecho reposa tranquilo, bajo la vigilancia del Faro de Punta Carnero. Por San Bernabé, rodeo con cierta grima, la rotonda que tiene dos salidas, una al Cementerio y otra al Centro Penitenciario de Botafuegos. Menuda elección. Compro una rueda de churros en J.R. y me vuelvo. Algeciras se despereza.

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