La sencilla iglesia de Los Cortijillos se llenó para despedir a su sacerdote. Este adiós era muy especial, porque el padre Rafael Moreno ya había cubierto varios destinos desde su ordenación, como bien recordaban los que fueron sus feligreses, de los que había una buena representación en la misa. Para sus amigos, 'Rafa el Cura' culminaba ese día la decisión que tomó ya hace varios años, de consagrarse totalmente a Dios. El ingresar en un convento de clausura no fue pues ni un arrebato ni una vocación pasajera. Bien lo sabemos sus amigos y nuestro Obispo don Rafael que intentamos inútilmente que postergara su deseo, porque la diócesis no está sobrada precisamente de sacerdotes, en estos tiempos y además Rafa ejercía su magisterio sacerdotal entre nosotros con humildad y eficacia evidente. Un cura de Algeciras, formado en los Salesianos, trabajando en su pueblo, para su pueblo. Aliviaba además la soledad personal del sacerdocio, con la presencia cercana de su familia y amigos de toda la vida. Por las parroquias por las que pasó dejó una imborrable huella, especialmente en la de San Antonio. ¿Perdemos un buen cura y ganamos un monje? Durante mi juventud pertenecí a una comunidad cristiana de las que surgieron en torno al Vaticano II. Un día se suscitó el debate de la inutilidad de sepultarse en un convento de clausura, cuando había tanto que hacer afuera. El padre Eugenio recogió el guante y no dijo nada en aquel momento. Cuando llegó la Navidad, nos llevó de visita a varios conventos de clausura de frailes y monjas dominicas, donde cantamos villancicos con ellos y compartimos algunas horas de convivencia. Conocimos allí a unas personas maravillosas, de mirada limpia y alegría vital que nos sorprendieron gratamente. Otra impresión en los que todos coincidimos fue lo bien que se llevaban entre ellos y la franqueza con la que conversaban con nosotros, sobre los temas de actualidad, con una visión diferente. Allí aprendimos que la fuerza de la oración es la energía de la Iglesia y los dedicados a la vida consagrada, su reserva espiritual. Por eso Rafa, desde el Monasterio Cisterciense de Santa María de la Escalonias en Hornachuelos, seguirá ora et labora, cuidando de nosotros, en la entrega permanente a Dios y a sus hermanos de comunidad. Si Santa Teresa encontraba a Dios entre los fogones, seguro que Rafa también lo encuentra entre las máquinas de la lavandería industrial, de la que vive el monasterio. Los caminos del Señor, siguen siendo inescrutables.

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