Después de la gran marcha feminista que miles de personas respaldaron en todo el país convirtiendo a España en el referente del 8-M, todo se ensombreció de nuevo con el cruel asesinato de tres mujeres "presuntamente" a manos de sus parejas o ex parejas. Ya lo advertían las crónicas, desde la primera movilización a esta, en estos doce meses, pese al cambio de Ejecutivo que ha conseguido todo un récord mundial teniendo un total de 11 ministras en un gobierno de 17, por lo demás apenas ha habido cambios reales en temas fundamentales como el acceso a otros puestos de responsabilidad, la desigualdad salarial y la violencia machista.

El texto del manifiesto, leído durante toda la jornada reivindicativa en las distintas concentraciones, hablaba de la necesidad de seguir luchando. Y este propósito recala en un esperanzador colectivo ya que el apoyo de la juventud se hizo sentir por todos los rincones. Jóvenes que se han sentido acosadas, que les han tocado el culo en las discotecas, que quieren andar sola sin luz y sin farola, que desean ser libres, no valientes. Esto es una cadena reivindicativa de derechos: nosotras por nuestras hijas y nietas, por las futuras generaciones, al igual que antes otras lo hicieron por nosotras.

En nuestra comarca también la reivindicación se dejó oír en todos los municipios. "Ni un paso atrás" era el lema que abría la multitudinaria marcha que tuvo lugar en Algeciras que arrancaba en la Plaza Alta hasta la Plaza Andalucía. Allí nos esperaba la lectura del manifiesto y una performance en la que el flamenco, a golpe de cajón y baile, marcaba los tiempos de las injusticias representadas dando visibilidad a lo que sigue sucediendo en todos los rincones por los que el viernes pasado se oía la voz de las mujeres. Un silencio absoluto para asimilar a través de aberrantes imágenes que el grupo de teatro representaba lo que desgraciadamente sigue siendo el pan nuestro de cada día. Situaciones que solemos dejar pasar pero, no nos engañemos, comienzan a ser las primeras bofetadas sin mano, caldos de cultivo de un final dramático, micromachismos que al aceptarlos o simplemente mirar a otro lado permitimos que se agazapen en nuestro entorno más cercano. Es esta la primitiva raíz que alimentándola se hace poderosa.

Mientras la truculenta realidad aceche en un solo hogar a la sombra del silencio, mientras no se consiga la igualdad dentro de casa, el logro por la igualdad seguirá siendo una utopía. Entretanto, la sororidad avanza.

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