Luces ¿para celebrar la Constitución, para las fiestas Patronales de La Inmaculada Concepción, para el día de la Bandera Andaluza?, son tres razones para alumbrar, pero…

Estos días hemos vivido auténticas carreras para ver quién era el primero en encender las luces y cuáles tenían más intensidad, colorido, sonoridad. Da igual si es una gran ciudad o un pueblo pequeño. En las redes sociales los alcaldes y sus concejales se han convertido en showman televisivos indicando los parabienes que nos traerá este encendido empezando por incentivar el comercio, la necesidad de atraer visitantes, de llenar nuestras calles de buen ambiente y alegría. Auto alumbrándose.

A la hora de expresarse, de indicar en palabras la luminosidad de sus calles y la felicidad que envolvía a su pueblo, cada uno lo hace según su capacidad. Nadie se cree eso de que apagando treinta minutos antes tengan un 15 % de ahorro, incluso algunos se han atrevido a indicar que será de un 30% con respecto al año pasado. Da igual el color político, todos están flojitos en matemáticas, con la subida de los precios energéticos no sale ni con una simple regla de tres. En matemáticas no es luz, sino niebla.

No creáis que estoy en contra de las luces, todo lo contrario. La prueba de la necesidad de la luz es Ucrania, Rusia intenta apagarla. Rusia se pone al lado del negro, de la oscuridad, del miedo, del terror. Pero luces en Navidad ¿para qué? Las luces en Navidad en un primer momento fueron velas en los árboles de Navidad, cuando la espera del nacimiento se realizaba en casa, en familia, con la gran familia, abuelos, tíos, primos… Como la familia cada día se acota más necesitamos buscarla fuera. Lo curioso es que en todos esos encendidos se ha ocultado el verdadero significado de la Luz. La Luz anuncia, señala, recuerda, el nacimiento de un niño, que es el Niño de Dios, la Luz del mundo.

Algunos políticos intentan quitar todo el revestimiento religioso a la Navidad, es muy raro escuchar el nombre de Jesús. Flaco favor es el que hacen. La grandeza de nuestra civilización, del gran Humanismo Europeo, es el Cristianismo. Dios se hace Hombre en la fragilidad de un niño desnudo, nacido en un portal mísero, dentro de una familia humilde, en medio de un mundo oprimido por un rey tirano y con un Imperio déspota. Pero este Niño no impone, no se enfrenta, sino que nos regala Amor, nos indica que Dios es Padre, que Él está en tus hermanos, y que en ellos alcanzarás la gloria.

Luces para recordarnos que Dios se hace Hombre, y por ello nos da la máxima dignidad. La fe da forma a nuestra cultura, a nuestras costumbres. Si la ocultamos, si la sombreamos con nieblas, estamos apagando su belleza y su verdad.

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