Tenía que pasar, en estos tiempos de confort generalizado en las sociedades occidentales. Las escobas y fregonas están siendo substituidas por un robot doméstico que conoce todos los rincones de la casa, que friega y limpia las alfombras, con distintos grados de intensidad y cuando termina su trabajo, se vuelve al cargador, tan ricamente. Las trabajadoras del hogar, están de luto. Ahí es nada, un aparatejo que no pide permiso para ir al banco, ni enferma y además se puede espiar su trabajo, a través del móvil. Vivimos en la generación del "lo quiero" y "lo quiero ya" y ello trae sorprendentes cambios de comportamiento social.

Antes, cuando llegaba la fecha de convertirte en diana de Cupido, existían una serie de ritos y protocolos que seguían inalterables, durante siglos. Normalmente, se buscaba a una persona conocida o fácilmente conocible. El punto de mira, se ponía en el barrio, la parroquia, los amigos o amigas de los hermanos, la universidad, las fiestas y los guateques. Si se iba de viaje, o se recibían viajeros, aumentaba el espectro de elección. De todas formas, se trataba de minimizar el albur que contaban las abuelas: "En el cielo hay una tablita que pone, fulanito con fulanita". La versión heavy, la ponía el verso del Martín Fierro: "El que bebe agua tapada o se casa en tierra ajena, no sabe si el agua es mala, ni si la mujer es buena". Las dudas se acababan, cuando mirabas a los ojos a la persona amada y el compromiso era, ¡ay!, para toda la vida.

Ahora, un estudio de sociólogos de las universidades de Stanford y Arizona, arroja un resultado sorprendente: cuatro de cada diez parejas heterosexuales, se conocen a través de internet. El porcentaje aumenta a seis de cada diez, en parejas homosexuales. Las conclusiones se referían al 2017, por lo que, probablemente los porcentajes, sigan subiendo, a tenor de que Tinder, la aplicación favorita, cuenta con cerca de 300 millones de descargas a nivel mundial y con más de 4 millones de suscriptores. Posiblemente, ahora no se tenga tiempo ni ganas de cortejar, pasando el tiempo bajo el balcón de la amada, aguantando la lluvia, como el protagonista de "Cinema Paradiso". Como en un Outlet al uso, se prueba uno la persona elegida por la foto y el chateo consiguiente y si te gusta te la quedas y si no, vuelves al chat. Nada que objetar al respecto. Ya dijo el profeta Bob Dylan que los tiempos estaban cambiando, pero antes, estábamos seguros, al menos, de que a la persona elegida, no le olían los pies y eso, por internet no se puede certificar.

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