No hay nada que parezca alterarlo. Ni siquiera su debut en un Mundial de fútbol consigue poner nervioso a Vicente del Bosque, seleccionador de una de las grandes favoritas al título, España.

"Sinceramente, estoy tranquilo", dijo ayer el técnico de 59 años en Durban, donde su equipo jugará ante Suiza su primer partido en Sudáfrica 2010.

En esa frase, Del Bosque resumió gran parte de su forma de afrontar el fútbol y la vida. Ni exterioriza sus emociones en la victoria, ni lo hace en la derrota. Tampoco lo hizo ayer un día antes de emprender el que es quizá su gran momento.

"Se siente una responsabilidad especial. Por eso los que tenemos una cierta experiencia, tenemos que comportarnos con el temple necesario y tomar las decisiones desde la reflexión", dijo. "Lo peor que puede hacer un entrenador es actuar desde la exaltación".

Del Bosque cede el protagonismo a sus jugadores. Cuando llegó a la selección, en julio de 2008, encaró su trabajo con una máxima: lo que funciona no se toca.

Su predecesor, Luis Aragonés, creó un equipo con un estilo muy definido, basado en el buen trato del balón y la combinación veloz. La selección española ganó con esos argumentos el título de campeón de Europa, su primer trofeo desde la Eurocopa de 1964.

Del Bosque sólo introdujo pequeñas variantes. Jugadores nuevos que fueron acoplándose al grupo formado alrededor de Xavi, Iniesta, Silva, Cesc, Villa o Fernando Torres.

Su saldo es inequívoco: 25 victorias y una sola derrota, la de las semifinales de la Copa Confederaciones ante Estados Unidos.

Ayer, además, pidió paciencia para lo venidero. "Es difícil ganar en media hora, los partidos hay que madurarlos", advirtió el salmantino.

Del Bosque ya anunció que no volverá a entrenar a un club. España es quizá su última etapa como entrenador. El técnico español renovó hasta la Eurocopa de 2012, pero Sudáfrica es su gran oportunidad, la oportunidad de un hombre tranquilo.