Este septiembre muchos colegios inician el curso sobrepasando las ratios, sin distancia de seguridad en las aulas y con una ventilación deficiente, algo habitual hasta ahora, pero de nuevo la pandemia nos evidencia otra de las fracturas del estado del bienestar.

El Real Decreto 132/2010, sobre requisitos mínimos de los Centros de Infantil, Primaria y Secundaria, señala que las aulas de infantil dispondrán de 2m2 por puesto escolar y una ratio, como máximo, de 25 alumnos por aula, pudiendo ser incrementado en un 10% para atender necesidades inmediatas de escolarización del alumnado de incorporación tardía.

Asimismo, las aulas de primaria, secundaria obligatoria y bachiller dispondrán de 1,5 m2 por puesto escolar siendo la ratio de 25 alumnos en Primaria, 30 alumnos en Secundaria Obligatoria, 35 alumnos en Bachiller, con la posibilidad de incremento del 10%.

La legislación se incumple sin Covid-19, pero la normativa sanitaria aprobada por los ministerios de Sanidad y Educación sobre salvaguardar la seguridad de los 1,5 metros de separación y la ratio de 20 alumnos, con o sin mascarilla, es inviable. Por eso, el acuerdo de medidas aprobado entre el Gobierno y las CCAA, deja la puerta abierta a sobrepasar las ratios. Los colegios podrán "flexibilizar" el número de alumnos.

Muchos centros educativos carecen de espacio para desdoblar clases, por mucho que los obliguen. Ya hace años que usan aulas multiusos, bibliotecas, patios y pasillos para dar cabida al aumento de estudiantes.

Nuestro colegios e institutos públicos se han quedado pequeños, están viejos, y masificados, y es imposible desdoblar grupos. Esa es la realidad de "la vuelta al cole". Así que, una propuesta efectiva es la semipresencialidad, que el alumnado acuda a los centros en días alternos. Pero surge otro problema: la conciliación, que nadie se ha preocupado de solucionar. Estamos pagando años de privatización y expolio de lo público, de recortes y abandono de la educación.

Nuestros niños y adolescentes merecen que les ofrezcamos la posibilidad real de recibir una educación que no deje atrás a nadie y que les permita desarrollarse intelectual y personalmente. No solo nos estamos jugando el presente, sino nuestro futuro.

Nos jugamos demasiado como para seguir escuchando, día tras día, propuestas irrealizables, nacidas no sé si de la ignorancia, la desidia o el cinismo de quienes no entienden que un centro escolar es una comunidad viva, bulliciosa, compleja y llena de singularidades que no se puede gestionar sin el conocimiento práctico y justificado de quienes forman parte de ella.

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