Tierra de palabras

En voz alta

En lo que no creo es en lo que guarda la política entre bambalinas y sus bochornosos espectáculos

Los líderes de los partidos políticos volvieron a codearse con los ciudadanos llamando nuestra atención y haciéndonos llegar que nos necesitan en su particular carrera de fondo; esperando que al final de la meta, mañana, la urna esté repleta de papeletas con sus logos, pero ya desprovistas del compromiso inicial de las promesas. De nuevo, volveremos a asistir a las salidas a los balcones en baño de multitudes para los ganadores y el resto enarbolando un discurso en el que ninguno será capaz de reconocer que ha perdido las elecciones. Estoy algo cansada de tanta pantomima, de tanto juego sucio en este maratón interminable; estoy bastante defraudada por no haberles visto conseguir ponerse de acuerdo y esto, desafortunadamente, viene de largo y también para largo va.

Si te soy sincera, dentro de los partidos que se mueven en mi línea ideológica, no sé ni a quién votar. Eso de guardar fidelidad, se me acabó hace ya mucho tiempo. Voy de un lado a otro probando, esperanzada, y después siempre tengo la sensación de haberme equivocado porque al final nada resulta ser lo que era. Puede también suceder que cada vez me interese menos la política y yo sola me vaya desencantando poco a poco.

Creo en la organización de la sociedad, siento que la unión hace la fuerza, sea para lo que sea; en lo que no creo es en lo que guarda la política entre bambalinas y sus cada vez más bochornosos espectáculos mientras los problemas reales siguen latiendo en la calle sin solución alguna.

Paro y contratos basura, pensiones irrisorias, independentismo desbocado, absentismo escolar, autónomos asfixiados, y ya, como harakiri, el goteo de asesinatos de una mujer tras otra a manos de sus maltratadores. Ahora que se acerca la fecha que conmemora esta agónica matanza, esta guerra sin cuartel de superioridad enajenada, me pregunto: la igualdad, ¿para cuándo? Ni una sola mujer en los atriles en primera línea de debate para alcanzar la presidencia. Allí solo vimos testosterona asesorada para la seducción, intentando controlar los tiempos, dando lo mejor de sí para ver quién destacaría abriendo los titulares de la mañana siguiente; defendiendo sus ilusorias propuestas, poniendo en escena las estrategias de sus asesores para después de pasada la tensión del escrutinio por gobernar un país bloqueado, todo lo que venía a salvarnos se convierta en humo.

Aunque así no lo quisiera, esto es, tal cual, lo que hoy se me pasa por la cabeza. Difícil me lo ponen para mañana domingo.

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