Cada vez es más habitual comprobar como videntes, chamanes y embaucadores de todo pelaje, utilizan el término "energía" de manera indiscriminada aludiendo a formas esotéricas de espiritualidad y medicinas alternativas en las que no es posible verificar de modo científico ni las experiencias ni los fenómenos que supuestamente desencadenan. A quien acude a estos charlatanes en busca de ayuda o consejo suele ser frecuente que se le recomiende "emitir energía positiva" para mejorar su vida, una energía que ellos, por supuesto, le ayudarán a "canalizar" con rituales y artefactos ceremoniales que ellos venden a tal efecto. Es posible que, complementariamente, le examinen el aura y los chakras y si notan algún "desarreglo" lo atribuirán sin duda a la presencia de energía negativa en sus proximidades. "Energías", "vibraciones". "saltos cuánticos" o "magnetización" son palabras y conceptos que forman parte del lenguaje técnico de la ciencia donde tienen un significado muy preciso. Fuera de contexto, a estas palabras se les puede dar cualquier significado. La energía, por ejemplo, es la capacidad de hacer funcionar las cosas y según las acciones y cambios que puedan provocar recibe diferentes nombres: mecánica, potencial, cinética, electromagnética… Sin embargo, los "expertos" en "terapias energéticas" la simplifican en "positiva" (la buena) y "negativa" (la mala). No tienen en cuenta que, por ejemplo, de pocas circunstancias surgirá tanta energía positiva como de una explosión atómica y, a pesar de ello, sus consecuencias no es que sean malas… ¡son catastróficas! En el negocio de la superstición el término "energía" es equiparable a la suerte, el carisma o incluso al encanto personal. Al sustituir los estados de ánimo por la buena o mala energía se logra disfrazar de ciencia lo que no es más que parafernalia para ingenuos. En una entrevista le preguntaron a Richard Feynman (premio Nobel de Física en 1965) si podría describir cómo funcionan los imanes. El científico le respondió con una especie de parábola: La tía Minnie ha resbalado en el hielo, se ha roto la cadera y ha tenido que ir al hospital. Esto es fácilmente comprensible para cualquiera. Pero si el oyente fuese un extraterrestre habría que comenzar explicándole qué es la tía Minnie, qué es el hielo, qué es la cadera, qué es un hospital, porqué el hielo resbala, qué significa que la cadera se rompa… Y sería imposible llegar finalmente a una explicación que el alienígena pudiera entender. En resumen, no le puedo explicar como funcionan los imanes comparándolo con algo que le resulte familiar a usted y si tratara de hacerlo le estaría engañando. En otras palabras, Feynman estaba respondiendo con elegancia e ironía que para comprender como funcionan los imanes hay que dedicar toda una vida a estudiar física como era su caso y no el del entrevistador. El conocimiento es la diferencia esencial -e insalvable- entre ciencia y pseudociencia.

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