Desde mi pupitre

Off road

Hay quien sostiene que la salida del puerto Bahía de Algeciras quedaría en manos de los iluminados del procés catalán

Se van a cumplir 400 años desde que el cosmógrafo portugués Pedro Teixeira representara, para Felipe IV, la intrincada geografía de este Sur del Sur. Las preciosas láminas dedicadas a Ceuta, al Peñón, a "Algeziras" y al Estrecho, reflejan con nitidez poblaciones amuralladas, torres almenaras, muelles y playas, bosques, arroyos y puentes. Estas ilustraciones sirvieron, hacia 1630, para que la Corona dispusiese de un estudio sistemático del litoral por el que llegaban la riqueza americana y las mil amenazas que el Imperio padecía. Por ello, sorprende el imperceptible trazado de los caminos de herradura existentes, única forma de comunicación con el resto del mundo, junto a la marítima, siempre amenazada por la piratería berberisca que campaba por las aguas del Estrecho.

Dicha situación solo puede concebirse, en el solar del más amplio imperio entonces existente, por el traslado de los centros de interés de la nación hacia otros lugares, con el Atlántico como eje estratégico, perdiendo relevancia el viejo Mediterráneo. Solo a finales del siglo XIX, la comarca del Estrecho dispuso de una carretera, aunque de segundo orden, que la enlazara con la capital de la provincia que inventó Javier de Burgos en 1833.

Desde aquí siempre se asistió como espectadores al triunfo del interés de las estrategias nacionales frente al de los súbditos del Antiguo Régimen y, después, en el Estado liberal. De aquel déficit de infraestructuras, junto al centralismo, la marginación y la propia falta de iniciativas y reivindicaciones desde nuestra tierra, se llegó al panorama actual, con alarmantes índices de pobreza, desempleo y dependencia del sector público de nuestra economía.

Actualmente, el tedioso victimismo nacionalista norteño se ha inventado el concepto de la "red ferroviaria circular" frente al presunto interés madrileño del Ramal Central, además de una muy hispánica Ruta de don Quijote. Podrían ser sus efectos el que el Corredor Mediterráneo terminara en Valencia, mientras que la quijotesca ruta lo enlazaría con la costa portuguesa, quedando todo el Sur al margen. Hay quien sostiene que la salida del puerto Bahía de Algeciras quedaría, en tal caso, en manos de los iluminados del procés catalán.

Hay destellos de esperanza, no obstante: la admirable murga de la Plataforma por el Ferrocarril, la creación de la Red de Ciudades del Ramal Central Ferroviario o el mensaje del secretario general de Infraestructuras del Gobierno de España sobre que "el Plan de actuación en la línea Algeciras-Bobadilla es un proyecto de Estado".

Pero la experiencia nos vuelve incrédulos y pesa el temor de que la prolongación del Corredor Mediterráneo hasta el Estrecho llegue cuando el Puerto Bahía de Algeciras haya dejado pasar todos los trenes de las oportunidades de la primera mitad del siglo XXI.

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