San Roque

La majestuosidad del crucificado de Ortega Bru, culmen de la Pasión

  • La procesión diurna de la cofradía llena de devoción el primer desfile del Jueves Santo.

La mañana del Jueves Santo en San Roque estuvo marcada de nuevo por el desfile procesional de la Venerable Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Amargura. Tras la espectacular acogida que tuvo el pasado año en su primera salida diurna, la cofradía volvió a encontrarse con el pueblo con las claras del día; momento que sirvió para resaltar aún más si cabe la perfección de la talla del Cristo que salió de las manos del insigne imaginero local Luis Ortega Bru entre 1950 y 1953, elaborada con madera de ciprés y que destaca por su realismo. De hecho, sólo admirarla impone respeto.

Cientos de personas se agolparon a las once de la mañana en la plaza frente a la iglesia de Santa María la Coronada para no perder detalle de los primeros instantes del desfile. Puntual, bajo el toque de las campanas, comenzaron a salir los integrantes del cortejo -103 penitentes- y a los pocos minutos la cuadrilla de cargadores demostró su maestría para salvar el hueco de la puerta del templo y la siempre difícil bajada de la rampa del atrio. Dos momentos que los fieles supieron agradecer con aplausos. Un bello y discreto exorno floral ayudó a realzar el dramatismo de la imagen de Cristo crucificado.

A continuación, su Madre, la Virgen de la Amargura, hizo lo propio. La talla, obra de los hermanos Ortega Alonso, es una talla elaborada en cedro real y de porte sobrio.

El cortejo, desde la Plaza de la Iglesia, dirigió su caminar hacia Rubín de Celis y desde allí procesionó por San Nicolás, Artillero, Navarra, Los Reyes, General Lacy, Colón, San José, San Nicolás y de vuelta a Rubín de Celis para retornar a la plaza y a la parroquia, algo que sucedió en torno a las dos y media de la tarde.

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