Semana Santa

El dolor de María inunda las calles en busca del Nazareno sanroqueño

  • El Cristo camino del Gólgota reúne a decenas de promesas en su desfile procesional

Promesas y devoción en San Roque. La Venerable Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores llenó las calles de San Roque en la procesión del Jueves Santo, la que reúne al mayor número de personas que desfilan para dar cumplimiento a una promesa en la localidad.

Puntual, y bajo toques de campana, la dolorosa partió desde la capilla de Nuestra Señora de la Visitación bajo los sones de la Agrupación Musical Virgen del Buen Suceso de Sevilla. Sin palio, porque la fuerza iconográfica de la Virgen apenas requiere aditamentos, la cuadrilla la sacó de la capilla con maestría mientras sonaba la Marcha Real.

Muy bellamente engalanada con flores de colores delicados, los capataces del paso (los hermanos Francisco y Jorge del Valle), dieron orden de girar el paso para encararlo hacia la capilla y hacia la residencia de ancianos, que disfrutaron del desfile desde el balcón.

Minutos después hizo su aparición el Nazareno, quien se echó a la calle -totalmente llena- camino de la carrera oficial. Cada una de las imágenes siguió su recorrido para separarse en General Lacy y volver a encontrarse de frente en la Plaza Andalucía, sin duda uno de los momentos más esperados de la Semana Santa de San Roque.

Desde allí, el cortejo siguió por Terrero Monesterio, General Lacy, Colón, San José, San Nicolás, Rubín de Celis, Plaza de la Iglesia y hasta llegar a la parroquia de Santa María La Coronada.

La del Nazareno es una imagen muy venerada en San Roque. Se remonta a los tiempos del Gibraltar español. El obispo de Cádiz, que también lo era de Gibraltar, Lorenzo Armengual de la Mota, autorizó a los genoveses en el año 1722 a procesionar la imagen de Jesús Nazareno desde Gibraltar hasta los cerros de Benalife, actual barriada de Campamento. Llegado a ese punto y cuando quisieron retornar, un grupo de devotos sanroqueños se opusieron a ello, facilitando así la traída del Nazareno hasta la Ermita del Santo San Roque y donde permanece. Fue restaurado en 1999.

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