8 de marzo, por ejemplo

"Lo fundamental es mantener encendida la llama de la justicia para las mujeres"

Había pensado y tomado notas sobre diferentes cuestiones de actualidad para reinaugurarme como columnista en Europa Sur. Sin embargo, cuando su director me dijo que ésta saldría el 8 de marzo, decidí que era mejor hablar de lo que la fecha encierra.

Desde finales del s. XIX y a lo largo del XX se han venido celebrando jornadas de protesta y de reivindicación en diferentes días, en torno a febrero o marzo, en los que las mujeres han sido las protagonistas, bien como víctimas de abusos y crímenes, bien para alcanzar a ser ciudadanas con las mismas condiciones que los hombres.

La cuestión de la fecha o el nombre que se le dé a la jornada importan poco, lo fundamental es mantener encendida la llama de la justicia para las mujeres que, por cuestiones puramente biológicas, han sido -desde que el patriarcado existe- despreciadas, subyugadas y maltratadas en su condición de seres humanos. Nunca el hecho de tener vagina, ovarios y tetas ha significado una discriminación tal. Ninguna otra especie animal lo hace.

Mujeres propiedad de sus padres, maridos, hijos, o varones familiares, mujeres que no tenían alma, mujeres moneda de cambio para mantener propiedades y estatus social, mujeres minuspagadas haciendo idénticos trabajos que los hombres, mujeres esclavas de prostíbulos y del mercadeo de la carne, mujeres asesinadas por sus parejas, niñas mutiladas…

No soy capaz de vislumbrar el poder que sienten quienes tienen algo colgándoles entre las piernas, la sensación de fortaleza que dan unos testículos para sentirse superiores y poseedores. Jamás unos órganos o partes de la anatomía han sido tan definitorios y tan dañinos. En base a la testosterona se ha montando un tinglado en el que la mitad de la especie se beneficia de la otra. Sólo hay que echar un ojo al asunto de los cuidados, por ejemplo, a los que las mujeres dedican buena parte de sus vidas.

Algo no sólo consentido, sino promovido por todas las religiones que rinden culto a todos los dioses señores que en el mundo han sido creados. Una verdadera hecatombe, el mayor crimen -con permiso de las guerras, emprendidas todas por hombres- de la historia: el maltrato sistemático, normalizado y hasta legislado hacia las mujeres.

Así que, larga vida al 8 de marzo, o a la fecha que sea, en la que se sigan levantando las manos para parar una injusticia que alcanza tintes de masacre. Y, como María de Maeztu, manifesta: "Soy feminista, me avergonzaría no serlo".

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