Hablar de Justo Sansalvador para muchos sería como si les hablase de un marciano. Teniendo en cuenta lo que avanza la ciencia y la tecnología, la mente humana sigue estancada; nos cuesta abrirnos a nuevas dimensiones y teorías. En este sentido, es como si todavía creyésemos que la tierra es plana. A quien entonces pensara que era redonda lo tomarían por loco. Y Justo, para muchos puede serlo. Yo más bien lo considero un "loco" sabio médico avanzado a su tiempo, por eso puede parecer que ha perdido el juicio, entendiendo el término con la acepción de opinión, dictamen o parecer. Y es que, sin duda, su opinión se aleja bastante de la convencional medicina. Su afán de ir más allá, de salirse de los patrones establecidos que nos limitan, abrió su visión a un nuevo mundo que por desconocido nos pueda parecer falto de juicio, aunque más bien pueda ser nuestro adiestrado entendimiento el que falle. Para mí su técnica es una terapia de futuro.

Comulgo con la idea de la concepción holística del ser humano. Somos cuerpo y somos energía; son inseparables porque ambas influyen y se complementan. Esa energía de la que se habla, descrita por los orientales, sería nuestra parte mental. Así que cuerpo y mente son inseparables. Cada sistema orgánico sustenta una función energética con un enfoque mental que constituye nuestras creencias, actitudes, hábitos, comportamientos… Mejorar esta parte energética y mental es la clave para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Y es de esto de lo que se encarga Justo.

Cuando llego a su consulta, que ya suelo hacerlo cada tres o cuatro meses, siempre tiene cosas novedosas que contarme. En ese corto espacio de tiempo, debido a su perseverancia su fe en lo que hace y la fidelidad de los que creemos en su técnica, parece haber avanzado en sus investigaciones un lustro, una década, un siglo… Y es que en este plano de visión ¡el tiempo es tan relativo! Me tumbo en el diván y no digo nada, él todo lo hace. Si me preguntas a qué voy a su consulta, te puedo decir que a desprogramarme. A actualizarme de creencias atesoradas a lo largo de esta vida y que ya no me son útiles, me limitan o me bloquean y en cierto modo impiden la consecución de mis objetivos. Allí tumbada aprendí del poder del inconsciente.

Sinceramente, creo más en Justo que en lo que la mayoría cree que es la verdad absoluta.

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