Disparo amigo

Nos espera un fin de semana de enaltecimiento al líder. Veremos cómo sale del entuerto

Pedro Sánchez ha salido de caza. Entre la oscuridad de la madrugada ha disparado a su pieza amiga, pero hasta que amanezca no sabrá si el tiro ha sido certero o el animal ha podido eludir la muerte. Sánchez dice que se toma unos días para reflexionar si seguir como presidente le merece la pena o no. Esto es mentira, otra más de las suyas. En su ADN está el ir utilizando todas las estrategias posibles para mantenerse en el poder cada vez que le tiembla el sillón. El manual de resistencia tiene un límite. Y como se le acaban las balas ha cogido la de oro, aquella con la que vas al todo o a la nada. Esa es de su mujer, a quien está utilizando, para intentar ablandar los corazones de quienes se lo permitan. Este órdago a la grande no va contra la derecha o ultraderecha, como él dice. Va contra Puigdemont, contra ERC, contra Junts, contra Otegui, que son quienes se enfrentan a su sanchidad diciéndole la verdad a la cara. Es la que en realidad no controla y la duele. Aunque el presidente en el limbo culpe a sus opositores cada vez que le colocan frente al espejo, son sus socios de gobierno los que le tienen harto. Cada vez que la diputada de Junts Míriam Nogueras, le esputa, Sánchez aprieta la mandíbula porque sabe que tiene que aguantar. Cada vez que Rufián le pregunta, como lo hizo el pasado miércoles, responde con aparente control. Cada vez que Puigdemont y Pere Aragonés, le dicen que lo que buscan es la independencia de Cataluña, calla. Cada vez que Otegui no reconoce su naturaleza terrorista, Sánchez blanquea a Bildu. En este penúltimo órdago a la grande, Pedro Sánchez no se ha ido a meditar su futuro en la Presidencia, les ha puesto a pensar a sus socios de gobierno: la cuestión es, o dejáis de soltar las verdades en el hemiciclo y me dejáis gobernar en paz siguiendo mis normas. Sánchez ataca a la oposición con un disparo, pero para matar al otro. Para acallar a quienes empiezan a delatar que son más inteligentes que él. Sánchez sí está debilitado porque en la calle se le grita, puesto que se le conoce. Se va fuera de España para disimular la pérdida de votos a chorros, desde las municipales hasta las vascas y teme a las europeas. Sí, presidente, esa es su estrategia: meter en su vereda a sus socios proetarras e indepes para que le dejen gobernar en paz. Nos espera un fin de semana de enaltecimiento al líder. Veremos cómo sale del entuerto en el que él mismo se ha metido: si se va, es porque hay algo grave que sabe y nos oculta. Si se queda, estaremos atentos a una de sus hábiles filigranas.

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