Palabras caducadas

A finales del XIX se produjo una britanización de las costumbres. A este lado de la verja se bebían ingentes cantidades de té

Ya los filósofos presocráticos se referían al cambio constante. La palabra cumple con esta didáctica tesis. Uno de los rasgos de los signos lingüísticos es su mutabilidad en diacronía: a lo largo del tiempo se erosionan con el uso, pero en otros casos no llega a producirse este fenómeno, ya que, simplemente, desaparecen.

El Campo de Gibraltar es un territorio de frontera, lo que acaba afectando hasta al lenguaje. A finales del siglo XIX se produjo una britanización de las costumbres. A la par que en la Roca se hablaba mayoritariamente en español, a este lado de la verja se bebían ingentes cantidades de té y cerveza negra y las casas se cubrían de azulejos vidriados y persianas mallorquinas. El tren era inglés. Bastantes hoteles eran ingleses y muchas de las palabras nacieron bajo la montera del Peñón. Con ellas me crie de pequeño, pero la mayoría dejaron de usarse, como los zapatos gorila o el uniforme del colegio. Hace años escribí un breve texto plagado de estos lexemas cuya fecha de caducidad les había pasado factura. Podría leerse hoy como un viaje a las trastiendas del pasado donde convivía el queso de bola con la carne combí de matute:

"No he podido pegar ojo con todo el bucherío. Las pavanas no me dejaban dormir y luego la dichosa caldereta…tuve que cambiar de banda, porque tengo la cabeza hecha un pastiso. Me asomo por la ventana y apenas veo la focona al otro lado del marchapié por culpa del taró; los roqueis a lo suyo y el monte otra vez con la montera. Pongo la tipa y me corto dos rodajas de quequi que saco del pudinpé: un capotín siempre entona. Saco los cuécaros, pero son talmente concli. Mejor algo salado: la carne combí, el bequi y un buchito de chinchibía. De aquí a la comida, el rosto viene bien para un día con ovatain que igual termina con una penchi. Rebusco en la ropa que hay en el tablero de tripley: debajo del moningó aparece un niqui arrugado, mejor el yampa de color yinya que combina bien con el traje pichigüey. Hoy tengo que ir de pan mascao, no voy a parecer un yamba con una escuta. Menos mal que mi madre, con su manía de hacer nitin, me echa una mano. No digo ni adiós, hay que estar al luquindoy, no vaya a perder el charaván. En la puerta me cruzo con el güoqui con una pompa en la mano ¿cuántas portas llevará ya? Los niños juegan a los meblis mientras uno hace el rin; los pequeños cantan el plon antes del shurri. Por aquí no hay quien pase, todo el suelo lleno de chinguas, que no hay mó que las limpie. Ya podían tomar rolipós o liquirbás o leer un comicat, y hacen algo de provecho. No digo que estén con nanis, que eso cuesta mucho moni, ni que vayan a los cristibradas, pero de ver esto, a uno le entra el güindi y una de dos, o compras un boleto en la positiva o te vas de gira y va que chuta."

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios