Un día, en un ataque de lucidez provocada por la muerte inesperada de un conocido y venciendo mi conocida jindama por estos lúgubres temas, decidimos mi santa y yo, hacer testamento. Sin pensarlo mucho, para no arrepentirnos, nos fuimos a la notaría, para cumplir el trámite. Nos sentamos ante el notario, muy agradable por cierto, que nos preguntó qué tipo de testamento queríamos hacer. A servidor, totalmente desconocedor del derecho de sucesiones, sólo se le ocurrió argumentar que nosotros éramos un matrimonio normal. La respuesta del fedatario público, fue antológica: -"Si se sentara usted, todos los días, a este lado de la mesa, comprobaría que la consideración de lo normal, es compleja y sorprendente".

En efecto, si algo sufrió un vuelco excepcional con la llegada de la democracia, fue la libertad en las relaciones sexuales que dio origen a la aparición de modalidades de pareja que hasta entonces vivían ocultas a la sociedad. Luego con los avances en la reproducción asistida, se produjeron otras familias, de tal modo que el catálogo de tipos, no hace más que crecer. Aunque yo pertenezco a una familia tradicional que trata de inspirarse en una que vivió, hace veinte siglos en un pueblo llamado Nazaret, pienso que cada uno es muy libre de buscar la felicidad y que precisamente esa búsqueda y el afán de libertad, son pulsiones que están en el ADN del ser humano, desde mucho antes de que existieran las religiones. Recuerdo que en los 60, cuando apareció en la prensa, la noticia de la boda de dos varones en el Reino Unido, una chirigota del carnaval de Cádiz, Los Ceporros, dictó sentencia: Yo digo que para ellos, la modita estará bien; en España "tós" los machos se casan con la mujer. Hombre, ingeniosos eran, pero adivinadores del futuro, no. La familia, sea la que sea, sigue siendo el refugio seguro, ante las inclemencias de la vida. Nadie puede sustituir, mucho menos los estados, a los padres y madres en la tutela de la salud física y emocional de sus hijos, hasta convertirlos en adultos responsables y preparados para vivir en sociedad. El estado debe proteger a las familias, para que puedan cumplir su necesaria labor social. El Papa Francisco, ha estado en Irlanda, hablándole a las familias y algo de lo que ha dicho, puede aplicarse a la convivencia en cualquier tipo de ellas. "Necesitamos aprender tres palabras: Perdón, por favor y gracias".

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