Fernando Silva López

Viceportavoz Municipal PSOE

Comandancia/Gobierno Militar, antes el continente que el contenido

Observamos prisa en vender futuros usos en el antiguo Gobierno Militar cuando lo que debemos tener presente antes es no perder, o poner en serio riesgo, símbolos de nuestra historia

La Comandancia de Obras, en Algeciras.

La Comandancia de Obras, en Algeciras. / Erasmo Fenoy

La recuperación de la última sede del Gobierno Militar del Campo de Gibraltar en Algeciras para uso y disfrute de la ciudad de Algeciras es una vieja aspiración que compartimos, y que a varios nos pilló con más pelo en sus inicios, no solo a uno, hace ya muchos años. De hecho, compañeros socialistas estuvieron a punto de cerrar un acuerdo en 2010, después de años de idas y vueltas a Madrid con la intervención del diputado Salvador de la Encina.

Entonces, siendo alcalde Tomás Herrera, con Diego Sánchez Rull y Gabriel Orihuela, se llegaron a cruzar borradores y varios informes, pero el acuerdo no fraguó. En 2010 solo se hablaba de compra del inmueble, sin poner en riesgo ningún otro edificio del Ministerio de Defensa en Algeciras, y mucho menos el conocido como antigua Comandancia de Obras o Ingenieros, que es de hecho la sede más antigua del Gobierno Militar en nuestra ciudad y la que cuenta con grado 2 de protección en el plan local de ordenación urbana vigente.

Ahora se nos presenta una nueva opción para obtener la cesión de la antigua sede del Gobierno Militar, en la plaza del general Martí Barroso. Esta vez, a cambio de dotar a la vieja Comandancia de Obras, ubicada en la calle Muñoz Cobos, de calificación de suelo residencial. Dejaría de ser un equipamiento público y podría albergar casas, oficinas o comercios. Este cambio de calificación del suelo genera nuestra preocupación y la de muchos ciudadanos y entidades, que nos negamos a aceptar que el urbanismo de Algeciras se desarrolle a base de perder patrimonio monumental, que es la muestra presente de nuestra historia.

El Grupo Municipal del PSOE ha venido expresando desde un principio su rechazo al fondo y a la forma con la que se plantea este protocolo de intenciones. El alcalde, José Ignacio Landaluce, ha terminado entendiendo que este asunto de ciudad no podía imponerse al resto de la Corporación Municipal, por mucha mayoría absoluta que tenga gracias a apoyos complementarios de otros partidos y concejales.

Se ha abierto un diálogo, que debería haber existido antes (su ausencia ha sorprendido incluso a Defensa), y fruto de esa conversación se nos plantean una serie de garantías, que se resumen en que el edificio mantenga “todos los elementos actuales que sustentan su catalogación”. Ya veremos si esas garantías están reflejadas en la letra del convenio y actuaciones que tendrían que seguir al protocolo de intenciones que se piensa suscribir. Si no es así, no habrá respaldo posible.

A saber, la fachada original y el patio interior se conservarán, como otros elementos antiguos y no obsoletos que se mantienen en el inmueble, y no se levantará nada nuevo por encima de la estructura actual, o sea, nunca se superará la altura que ahora tiene la Comandancia, por mucho edificio más alto que tenga a su alrededor.

Tengamos presente que esta construcción es la principal de la ya escasa muestra que tenemos en Algeciras de nuestras edificaciones del siglo XIX, y que alberga un patio nada común en la ciudad, como bien ha revindicado la Asociación de Emprendedores del Patrimonio de Algeciras (AEPA). Es lo paradójico de este asunto, que la Comandancia de Obras tiene más valor histórico que la antigua sede del Gobierno Militar a cuya cesión se aspira.

Nuestra primera preocupación, por tanto, es conservar los continentes antes de afrontar el debate del contenido del edificio militar de la plaza general Martí Barroso. Observamos prisa -mucha prisa nunca es buena-, en vender futuros usos en el antiguo Gobierno Militar cuando lo que debemos tener presente antes es no perder, o poner en serio riesgo, símbolos de nuestra historia. Ejemplos de pérdidas monumentales tenemos muchos en nuestra ciudad, incluso algunos tan presentes y visibles en el centro del casco urbano que deberían servirnos de recordatorio de grandes y algunos recientes errores cometidos.

Siempre existe quien intenta persuadirnos en base a la modernidad, al futuro, envolviendo el daño en dulces promesas que luego se olvidan o se demuestran falsas, y que terminamos pagando los algecireños, como el parking La Escalinata, impulsado en el 2000 por el Partido Andalucista y el Partido Popular, con José Ignacio Landaluce en el gobierno local.

Defendamos la Comandancia de Obras como parte de nuestro patrimonio monumental, y trabajemos por hacer compatible esta defensa con la cesión de la última sede del Gobierno Militar. El buen ejemplo lo encontramos hoy en el edificio La Escuela, recuperado para el patrimonio municipal bajo la alcaldía socialista de Ernesto Delgado, que también sumó para uso público el viejo hospital civil de La Caridad, hoy museo municipal. O la antigua sede del Banco de España, adquirida por Paco Esteban, alcalde comunista. Estos edificios, que representan diferentes estilos, se conservan como elementos de una Algeciras histórica.

Ya llegará el momento de abrir el debate sobre cómo y para qué queremos usar el que fue Gobierno Militar. La reactivación del barrio del Mercado Torroja es una necesidad económica y social para la ciudad. La pérdida de población y comercios que promovió nuestra llamada de atención en 2015 no se ha resuelto, ni muchos menos, sino que se agrava y se extiende a la zona centro de Algeciras, a pesar de los millones de euros de fondos europeos invertidos.

El uso público de la última sede del Gobierno Militar puede jugar un papel de motor de una deseada recuperación económica y social del barrio y del resto de la ciudad. Pero no es el único edificio que puede prestar este servicio. Existen otros de titularidad pública o privada. También en este debate importante tenemos que evaluar cuáles son las mejores opciones de uso, las más productivas, las que provocan más movilidad, más tránsito de personas en la zona.

Este debate del uso lo incluimos en el diálogo necesario en los asuntos de ciudad, y este es un asunto de ciudad. No es cuestión de imponer como si solo fuera cuestión de una persona, dentro del manido y dañino discurso de culto al líder. Hay que convencer. Algeciras no tiene un solo color, por mucho azul que nos pongan en los edificios y en la televisión municipales, sino que es una ciudad multicolor, con mucha historia, construida por la suma de muchas voluntades. Nosotros, de paso como todos los seres humanos, tenemos que ayudar a que sea mejor.

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