Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Casado: original y copia

El Gobierno está tardando en pilotar un acuerdo sobre la inmigración con el resto de partidos nacionales

Pablo Casado buscó en la explanada del Puerto de Algeciras una imagen tierna dando la mano a un nutrido grupo de subsaharianos. "Bon jour, ça va", les saludó, mientras Landaluce, pegado a él, posaba su mano sobre los hombros de aquellos como lo habría hecho un misionero. El presidente del PP juega con dos barajas de forma simultánea: acusa al Gobierno de prometer el papeles para todos, de provocar el efecto llamada y, simultáneamente, acude a hacerse la foto con los protagonistas de esa supuesta amenaza. Como Trump, los apóstoles del Brexit o Salvini, Casado se apunta sin disimulo a los bulos, en su caso a los "millones de africanos" que aguardan para dar el salto a Europa o a la brecha abierta en la cabeza a un supuesto guardia civil, cuya foto correspondía en realidad a una persona herida hace años... en Australia. ¿Qué se supone que debería haber hecho el Gobierno con el Aquarius? ¿Desentenderse de esas 629 personas (123 de las cuales eran menores no acompañados) que huían de Libia? La UE, y también la Conferencia Episcopal Española, han dado la enhorabuena a España por su gesto solidario.

Con la política migratoria no se juega o no debería jugarse porque cuando se la manosea en busca del beneficio electoral se suele rebuscar en la basura de la xenofobia y el racismo. Las consecuencias las vemos a diario en las redes sociales y en el auge experimentado por determinadas siglas, afortunadamente sin representación parlamentaria... todavía. Casado olvida que los demagogos en una materia tan sensible como la inmigración exigen posicionamientos rotundos, sin matices -muros más altos, expulsiones del país, reducción del presupuesto de cooperación internacional- que solo ven en el Partido Popular tibieza y una mala copia del original que ellos anhelan. Alimentar el mensaje de que el problema de la inmigración se resuelve principalmente con más medidas de seguridad no redunda electoralmente en beneficio del PP, sino de quienes navegan a su derecha.

Es imposible que a corto plazo puedan articularse en España medidas de calado sin el concurso de, al menos, dos o tres partidos de ámbito nacional, mucho menos en un asunto como la inmigración donde las soluciones son globales. El Gobierno está obligado, y ya está tardando, en pilotar un acuerdo que tenga por objetivo reclamar a la UE fondos para España como frontera sur de Europa, que potencie la colaboración con Marruecos y Túnez y que haga una apuesta decidida por la cooperación internacional y los cambios políticos en los países de origen de miles de personas que si dejan sus hogares es por la desesperación, no por ningún efecto llamada.

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