En 1650 el arzobispo de Irlanda James Ussher, tras realizar un pormenorizado estudio de la Biblia y otras fuentes históricas, llegó a la conclusión en un grueso tomo titulado Annals of the Old Testament (Anales del Antiguo Testamento), de que la Tierra había sido creada el domingo 23 de octubre de 4004 a.C. al mediodía. La cronología de Ussher fija, por ejemplo, la creación de Adán a las nueve en punto de la mañana del 28 de octubre; su expulsión, junto a Eva, del Paraíso la sitúa el lunes 10 de noviembre de 4004 a.C. y el final del Diluvio Universal ocurrió el miércoles 5 de mayo de 2348 a.C. momento en que, según el arzobispo, el arca de Noé "fondeó" suavemente sobre el monte Ararat. La sensación de verosimilitud generada por su aparente precisión junto al hecho de que esta cronología se escribiera al pie de todas las ediciones inglesas de la Biblia le dio una gran credibilidad entre sus contemporáneos. De la mano de los creacionistas, la teoría de Ussher gozó de un cierto prestigio durante dos siglos hasta que Hutton y Lyell (los creadores de la Geología) introdujeron la idea de que los tiempos requeridos para la formación de la Tierra tenían que haber sido mucho más largos (13.700 millones de años). Junto a los avances científicos también contribuyó a desacreditar la peregrina teoría de Ussher el que entre los eclesiásticos se fuese imponiendo el criterio de que el lenguaje de la Biblia encierra un mensaje religioso y no una información histórica. Esta ingenua manera de interpretar las cosas menospreciando sus antecedentes y sin seriedad intelectual se conoce como adanismo: "tendencia a actuar prescindiendo de lo ya existente o de lo hecho antes por otros" o "hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente". El 14 de marzo de 2004, y mediatizado por el atentado de tres días antes en los Cercanías de Madrid, un adanista, Zapatero, se convirtió en presidente del Gobierno de España. Intentó reescribir la historia de España, tuvo la exótica ocurrencia de hermanar a moros y cristianos con la 'Alianza de Civilizaciones' y haciendo gala de un supino desconocimiento de economía (la aprendió en dos tardes) y de política ("la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento") dejó el país hecho unos zorros. Para mayor calamidad de los españoles desde 2018 el adanista no es solo el presidente (Pedro Sánchez) sino que prácticamente todos los ministros y altos cargos de la coalición social-comunista que nos gobierna se ven adornados con las virtudes del adanismo: ignorancia, atrevimiento y no pocas veces desvergüenza. Han resucitado a Franco para intentar enterrar la Transición; adjuran de la Constitución (¡porque ellos no la votaron!); una oportuna amnesia les ha borrado los asesinatos de ETA (para pactar con sus modernos sucedáneos) y, en fin, aspiran a que el mismo estalinismo que hundió la URSS y sus satélites sea el modelo con el que alcancemos la prosperidad. Comparado con estos, Ussher… una lumbrera.

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