LA CALAVERA Y LA ROSA. HABLAN LOS ITALIANOS DE LA DÉCIMA

La historia oculta del 'torpedo del Espigón' (y II)

  • El 'maiale' de Tesei quedó varado en la conocida Playa del Espigón

  • José Nieto García, de apenas diez años, tuvo la oportunidad de ver y tocar el artefacto

Sin embargo, apenas pudieron iniciar la maniobra de ataque porque, cuando estaban ya a punto de sumergirse y cubrir el último tramo hasta el Renown, iba a dar comienzo la frustrante cadena de incidentes que, en pocos minutos, terminaría con todas las posibilidades de éxito de la operación para la que llevaban preparándose tanto tiempo. Así lo contaría el propio Tesei:

"Cuando comencé a hacer uso del respirador a fin de poder superar (en inmersión) las barreras, constaté que había agua en su interior. Me puse a navegar en círculos mientras procedía a sacar el respirador de reserva del cofre de popa. Pero el respirador en cuestión -cargado hacía más de diez días- no estaba en condiciones óptimas de funcionamiento y provocaba efectos eméticos. (Y para colmo) El respirador del segundo operador también había comenzado a dar problemas".

En aquellas circunstancias, el defectuoso funcionamiento de los equipos de respiración resultó definitivo. Sin ellos no se podía efectuar la maniobra de inmersión imprescindible para proceder al minado del blanco. Aquellos fallos significaron, no sólo el fin de la conocida en clave como operación B.G. 2 para aquellos dos marinos, sino que puso en cuestión algo más que el trabajo de la comisión de la Marina que, en su día, se había encargado de evaluar el funcionamiento de este elemento esencial del equipo.

El Capitán del Genio Navale Teseo Tesei, oficial-jefe del 'Torpedo del Espigón'. El Capitán del Genio Navale Teseo Tesei, oficial-jefe del 'Torpedo del Espigón'.

El Capitán del Genio Navale Teseo Tesei, oficial-jefe del 'Torpedo del Espigón'.

A partir de ese momento, las únicas posibilidades de éxito quedaron reducidas a lo que pudiesen conseguir los otros dos maiali. Tanto es así que, como reconocería en su posterior informe al mando, esa fue la clave de la dolorosa y frustrante decisión que el Capitán Tesei tuvo que tomar aquella noche a la entrada misma del puerto de Gibraltar:

"...consideré que cualquier intento por mi parte de actuar en superficie estaba condenado al fracaso y sobre todo, sería perjudicial para el resto de los operadores. En consecuencia, tomé la decisión de desistir de la empresa y poner proa hacia la costa española. Tras quince minutos, retiré la cabeza de combate del artefacto, hundiéndola. Seguidamente, puse rumbo Norte, en dirección a las luces occidentales de La Línea, llegando a tierra a las 07.10. Destruí los respiradores y activé el mecanismo de inundación del artefacto, poniéndolo en movimiento tras orientarlo en dirección sur. Una vez alcanzada la costa, nos desprendimos de los trajes. Salimos a la carretera evitando el puesto de control de la policía (sic) y nos dirigimos hacia el punto de encuentro con el agente 'N'".

Según se desprende de la documentación oficial de la Regia Marina, el punto donde les esperaba ese misterioso agente 'N' estaba situado junto a la Avenida de España, aproximadamente a una milla de las primeras casitas de La Línea. O lo que es lo mismo, cerca de la desembocadura del llamado Cachón de Jimena, en los alrededores del lugar donde entonces se levantaba el magnífico Hotel Príncipe Alfonso. En ese mismo lugar, cuando apenas había transcurrido media hora de su llegada, se les unieron el Teniente de Navío Luigi Durand de la Penne y el Suboficial buzo Emilio Bianchi, los operadores de otro de los torpedos.

Por su boca supieron que ellos tampoco habían tenido suerte. El motor de su maiale había dejado de funcionar apenas media hora después de que iniciaran la maniobra de aproximación. De hecho, en aquellos momentos yacía sobre el fondo de la Bahía a unos cuarenta metros de profundidad donde, tiempo después, sería recuperado por los británicos. Mientras, sus aurigas habían llegado hasta el punto convenido después de despojarse de sus equipos y recorrer a nado las dos millas que les separaban de la costa occidental de La Línea.

El 'Torpedo del Espigón', objeto de culto para la Marina italiana, tal como hoy puede ser visto en el Sacrario dedicado a los Mezzi s ́Assalto en la Fortaleza de Varignano, actual sede del Comando Raggruppamento Subacquei e Incursori que lleva el nombre de Teseo Tesei. El 'Torpedo del Espigón', objeto de culto para la Marina italiana, tal como hoy puede ser visto en el Sacrario dedicado a los Mezzi s ́Assalto en la Fortaleza de Varignano, actual sede del Comando Raggruppamento Subacquei e Incursori que lleva el nombre de Teseo Tesei.

El 'Torpedo del Espigón', objeto de culto para la Marina italiana, tal como hoy puede ser visto en el Sacrario dedicado a los Mezzi s ́Assalto en la Fortaleza de Varignano, actual sede del Comando Raggruppamento Subacquei e Incursori que lleva el nombre de Teseo Tesei.

Después de esperar inútilmente la aparición de sus compañeros del tercer torpedo, aquellos cuatro marinos fueron conducidos por agentes del Servicio de Inteligencia italiano destacados en la zona hasta el aeropuerto de Sevilla. Y desde allí, en vuelo regular de la LATI, regresaron a Roma reincorporándose poco después a su flotilla en La Spezia.

Al desarrollarse en territorio español, esta parte del operativo es con toda seguridad la de más interés desde el punto de vista histórico. Porque, a la hora de explicar las razones que habían llevado a la Regia Marina a adoptar un proceder tan arriesgado, se puede argumentar que quizás confiaban en que la suerte estuviese de su lado a la hora de cruzar una playa que, en aquellos momentos se encontraba protegida por varias filas de alambradas. Tal vez contasen con que lo hicieran aprovechando el tramo de la carretera cubierto de malecones, donde el mar llegaba hasta las rocas dispuestas como protección del firme. O tal vez confiasen en que pudiesen sortear las patrullas de la Guardia Civil y que, a pesar de encontrarse en tiempo de guerra, estas no percibiesen aquel movimiento de personas que, pocos minutos antes del amanecer, habrían de desplazarse hasta el lugar de encuentro con el agente 'N'. Pero existe otra posibilidad aún de mayor garantía de cara a culminar con bien estos desplazamientos. Una posibilidad que no hubiese requerido ni tal concentración de suerte ni tantas casualidades favorables.

Pero volviendo de momento a la noche del 30 de octubre, es evidente que el abandono de su maiale había puesto fin al ataque Tesei y Pedretti. Sin embargo, en lo que respecta a esta zona, la historia no había terminado aún ya que, en aquel gesto, también se sitúa el comienzo del insólito episodio que muchos de nuestros padres y abuelos contarían y que ha llegado hasta nosotros como 'el torpedo del Espigón'.

Trayectoria seguida por Tesei y Pedretti durante la operación B.G. 2. Trayectoria seguida por Tesei y Pedretti durante la operación B.G. 2.

Trayectoria seguida por Tesei y Pedretti durante la operación B.G. 2.

Y es que, en contra de lo que Tesei pretendía, la sección motriz de su torpedo no se había hundido en el interior de la Bahía sino que, tras describir una larga trayectoria curva, había terminado regresando a la costa linense hasta quedar varada en la conocida como Playa del Espigón, cerca de donde luego se construiría el pantalán de San Felipe. Poco después del amanecer, con las hélices aún en funcionamiento, había sido localizado por los más madrugadores entre los varios cientos de obreros españoles que diariamente usaban esa carretera para acudir con sus bicicletas a su puesto de trabajo en la base de Gibraltar.

Poco a poco, el lugar se había ido llenando de curiosos. Uno de los que aquella mañana tuvieron la oportunidad de ver y tocar aquel misterioso objeto, había sido José Nieto García, un niño de apenas diez años que entonces vivía en la Avenida de España, justo en las casitas de Mondéjar, a unos centenares de metros del lugar donde había aparecido el artefacto. En unas declaraciones recogidas para la serie de artículos que Europa Sur publicó con motivo del 50 aniversario del final de la guerra, este había contado:

"Recuerdo que el artefacto había quedado varado en la misma orilla y que yo me acerqué para verlo. Tenía forma alargada como de un zepelín, pintado de color rojizo, con dos asientos hechos de ferralla y unas palancas parecidas a las de las modernas excavadoras. Tras el asiento trasero, había una estructura sobre la cual estaban fijados, a la derecha un destornillador enorme de unos 40 centímetros, un martillo de orejas y unas grandes tenazas y a la izquierda, una cuerda de color blanco. En la parte posterior, protegida por una malla metálica, se encontraban dos hélices que giraban con el sonido de un motor al 'ralentí'. Me metí en el agua e intenté sin éxito coger algunas de aquellas herramientas y, sobre todo, arrancar la cuerda. Llegué a sentarme encima de uno de los asientos con tan mala fortuna que, al bajarme, resbalé y me hice una herida en mi pierna izquierda. Poco después se personó en la zona una pareja, creo que de los Carabineros de Mar. Recuerdo que iban vestidos de azul y que, intrigados por el objeto, nos estuvieron haciendo preguntas mientras acordonaban la playa. Poco a poco se había concentrado mucha gente que comenzó a especular sobre la procedencia de aquel extraño artilugio. La verdad es que nadie sabía lo que era".

Los británicos, que desde el principio no habían dejado de apreciar el extraño movimiento de personal que se había producido en la cercana playa linense, pronto pudieron confirmar, gracias a los obreros que llegaban desde La Línea, la aparición del extraño objeto. Infructuosamente, intentaron que las autoridades españolas les diesen permiso para recogerlo.

Sobre las seis de la tarde, varios oficiales de la Armada se personaron en el lugar para hacerse cargo de su custodia y posterior traslado a Algeciras. Al día siguiente, a bordo de un camión de la Marina, la sección motriz del maiale de Tesei fue llevada al Arsenal de la Carraca en San Fernando, donde un equipo de especialistas se iba a encargar de estudiarla.

Un simple examen visual les permitió comprobar que, más que un torpedo era lo que acertaron a definir como una especie de submarino en miniatura, dotado de un carenado antioleaje, un panel con los mandos y accesorios para la navegación, dos asientos con sus correspondientes estribos para sus dos únicos tripulantes, un tanque de lastre con palanca de accionado para la maniobra de inmersión rápida y un pequeño cofre con diferentes herramientas y accesorios del equipo. En su interior encontraron el depósito de lastre destinado a compensar la retirada de la cabeza de combate, los dos tanques auxiliares empleados para regular la horizontalidad del artefacto, el motor eléctrico del ingenio junto a las baterías de treinta elementos que lo hacían funcionar y finalmente, los paneles de los timones horizontal y vertical y las hélices contrarrotatorias con su jaula de protección.

En los Talleres de La Carraca, el artefacto sería revisado y posteriormente puesto de nuevo a punto. De hecho, tras las pruebas de rigor fue enviado a la entonces denominada Escuela de Buzos de Cartagena donde se llegó a usar en diferentes prácticas de rescate y ejercicios de adiestramiento. En 1966, poco después de que el Poseidón entrara en servicio como navío de salvamento y apoyo para submarinistas, se le podría ver en exposición sobre su cubierta durante la Semana Naval de Barcelona. Una vez ordenada su retirada del servicio, permaneció durante un tiempo como elemento decorativo en la Estación Naval de Algameca en Cartagena, sede del Centro de Buceo de la Armada.

Finalmente, la singularidad de quien había sido su operador-jefe lo terminó convirtiendo en un venerado objeto de profunda significación para la Marina italiana. No es de extrañar pues que en 1975, tras una serie de gestiones y en un gesto de cortesía, el único maiale alistado en la Armada española fuese devuelto a la ahora denominada Marina Militare.

Cartela informativa situada sobre el pie derecho de la peana del torpedo de Tesei en Varignano en la que se describe la trayectoria del mismo desde su salida a la playa del Espigón en La Línea. Cartela informativa situada sobre el pie derecho de la peana del torpedo de Tesei en Varignano en la que se describe la trayectoria del mismo desde su salida a la playa del Espigón en La Línea.

Cartela informativa situada sobre el pie derecho de la peana del torpedo de Tesei en Varignano en la que se describe la trayectoria del mismo desde su salida a la playa del Espigón en La Línea.

Una vez restaurado, se puso inicialmente en exhibición en el Museo Storico Navale de Venecia. Pero desde hace ya algunos años, la sección motriz del maiale de Tesei, superviviente del primer ataque de los Mezzi d'Assalto contra Gibraltar y que un día había aparecido varado en la playa del Espigón, viene ocupando un lugar de honor, junto al busto de quien fue su inventor y conductor, en el Sacrario dedicado a los héroes de la X MAS en la Fortaleza de Varignano, sede actual del Comando Raggruppamento Subacquei e Incursori de la Marina italiana; una unidad orgullosa de sus tradiciones que, desde su creación en 1960, presume de llevar el nombre de 'Teseo Tesei'.

Es cierto que en los párrafos anteriores se ha dado cumplida referencia de lo ocurrido con los maiali de Tesei y Durand de la Penne pero... ¿Qué había sido de conducido por el capo-misione Birindelli?

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