LA CALAVERA Y LA ROSA. HABLAN LOS ITALIANOS DE LA DÉCIMA

La historia oculta del 'torpedo del Espigón' (I)

  • 30 de octubre de 1940: A pesar de los problemas que surgieron en el funcionamiento del 'maiale', se dispusieron a cumplir con la operación: terminar con el crucero 'HMS Renown'

Artística representación de la maniobra de largado de los maiali similar a la ejecutada por el Sciré en la Bahía de Algeciras, el jueves 30 de octubre de 1940 frente a la desembocadura del río Guadarranque.

Artística representación de la maniobra de largado de los maiali similar a la ejecutada por el Sciré en la Bahía de Algeciras, el jueves 30 de octubre de 1940 frente a la desembocadura del río Guadarranque.

Eran alrededor de las dos de la mañana del miércoles 30 de octubre de 1940 cuando, en el interior del submarino italiano Sciré, se había vuelto a reproducir el meticuloso ritual que los operadores de los maiali seguían para colocarse su equipo especial de combate. Todos ellos conocían sobradamente las consecuencias de permanecer sumergido durante demasiado tiempo a bajas temperaturas. Y aunque en aquella época del año, las aguas de la Bahía no presentaban lo que pudiera calificarse como unas condiciones extremas, se trataba de un asunto decididamente a tener en cuenta. Además de los conocidos perjuicios causados por la vasoconstricción o la hipotermia, el frío acostumbraba a hacer que el ritmo respiratorio se acelerase con el consiguiente incremento en el consumo de oxígeno. Y lo que era aún más peligroso, pudiendo afectar a la coordinación muscular y llevar al sujeto a tal estado de confusión y fatiga que bien podía terminar imposibilitando su permanencia bajo el agua.

A pesar de ello, aquellos marinos se mostraban confiados en la resistencia que les proporcionaba su excepcional condición física, en los beneficiosos efectos que el duro adiestramiento habría dejado en su fisiología y sobre todo, en la protección de un traje aislante que, aquella noche, los operadores se iban a enfundar sobre un grueso jersey de lana, similar al empleado por los buzos convencionales.

El Belloni, así llamado en honor de su inventor -el Capitán de Fragata Angelo Belloni- consistía en una única pieza que cubría todo el cuerpo a excepción de la cabeza y las manos. Estaba compuesto por dos capas cosidas una sobre otra. La que daba al interior estaba hecha de goma y la exterior de lona impermeabilizada. El diseño, sin embargo, presentaba ciertos problemas. El primero de ellos, y no precisamente el menor, era que, a pesar de que las juntas de sus costuras iban cubiertas por unas tiras encoladas, era frecuente que durante las inmersiones de larga duración, el agua se filtrase por alguna de estas uniones. Y luego estaba su tendencia a pegarse excesivamente al cuerpo por efecto de la diferencia de presión, causando al portador incómodas rozaduras que no por ser superficiales resultaban menos dolorosas. Este fue el motivo de que, además de emplear un ungüento graso para ennegrecer cara y manos, los operadores terminaran embadurnándose también todo el cuerpo con un producto similar. Por último, el Belloni cerraba su apertura principal con una cremallera y se sujetaba a las piernas empleando unas cintas de goma que se anudaban por encima y por debajo de la rodilla.

Una vez calzados con las botas lastradas, aquellos ocho hombres habían procedido a ajustarse el correaje que dejaba el autorespirador, la prenda más importante del equipo, perfectamente fijada sobre el pecho. Este consistía en un sistema de circuito cerrado que evitaba la emisión de burbujas y con ello, el peligro de que estas pudiesen delatar a los asaltantes. Un par de botellas de oxígeno puro, por cierto tóxico a ciertas profundidades, les permitía hasta seis horas de inmersión. Iban sujetas a la parte inferior de la funda protectora del llamado 'saco pulmón'; el cual contenía un depósito de cal sodada cuya finalidad era absorber y retener el anhídrido carbónico generado en la respiración. De la apertura localizada en su parte central, salía un tubo en acordeón terminado en una boquilla por el que se verificaba el mecanismo de inspiración-espiración. Esta quedaba encastrada en la misma máscara anatómica de buceo, también de goma y con dos lentes separadas, que los operadores se ajustaban tensando un juego de correas.

No es posible determinar si aquella noche los integrantes de los binomios llevaban sujetas al cinto, como en otras ocasiones, algunas piezas de lastre o el socorrido cuchillo de combate. Pero lo que sí se sabe es que, en la muñeca de todos ellos, llevaban el reloj sumergible de grandes números y manecillas fluorescentes que la empresa Panerai había diseñado especialmente para los medios de asalto. Ninguno podía imaginar que, casi un siglo después, la misma empresa los seguiría comercializando como accesorios de lujo. O que incluso otra compañía llegaría a ofertar para sus clientes más exclusivos, una serie limitada con el nombre de algunos de aquellos marinos grabados, junto a los colores de Italia, en la mitad inferior de la esfera.

Tras despedirse de su comandante, los tres binomios de combate y el binomio de reserva abandonaron el Sciré para iniciar la operación de largado de los maiali. Todos habían podido oír la insistencia con la que el Teniente de Navío Borghese les había recordado lo importante que era mantener en el más absoluto secreto esta nueva forma de ataque naval; incluyendo claro está, los medios y el procedimiento táctico que empleaba. Pero dada la experiencia que había vivido como jefe de máquinas del submarino Jalea, es difícil que hubiese uno más convencido que Teseo Tesei de las consecuencias que podía traer consigo dejar tras de sí cualquier indicio que delatase su paso por aquellas aguas.

Como Borghese recordaría luego, tras la frustrante suspensión de su primer intento contra Gibraltar y los dolorosos fracasos con los que se habían saldado las dos acciones lanzadas hasta entonces contra Alejandría, todos los miembros del grupo de ataque se mostraban dispuestos a darlo todo en aquella misión. Pero entre el grupo de marinos que aquella noche se habían enfundado el Belloni, de nuevo era el Capitán Tesei el que posiblemente fuese más consciente de que había llegado la hora de demostrar a sus implacables detractores, la efectividad de la idea en la que había estado trabajando desde que era un joven Guardiamarina.

El Suboficial buzo Alcide Pedretti, segundo operador en el 'Torpedo del Espigón'. El Suboficial buzo Alcide Pedretti, segundo operador en el 'Torpedo del Espigón'.

El Suboficial buzo Alcide Pedretti, segundo operador en el 'Torpedo del Espigón'.

A pesar de ser el inventor del ingenio, su condición de oficial del Genio Navale le había impedido ostentar el mando de una operación de guerra. De tal suerte que, una vez los maiali abandonasen el submarino, la responsabilidad de la misma iba a recaer sobre uno de los operadores más veteranos, su amigo y camarada de armas. El Teniente de Navío del cuerpo general Gino Birindelli. De todas formas, tanto para Tesei como para cualquiera de los integrantes de aquel incipiente grupo de assaltatori forjado en Boca di Serchio, aquello era lo de menos.

Sobre las dos y media, este abandonaba finalmente el Sciré acompañado por su inseparable segundo, el Suboficial buzo de veintisiete años Alcide Pedretti, uno de sus 'doce Apóstoles' y su alter ego desde que Italia se había convertido en beligerante. Aunque con ciertas licencias, podría decirse que el jovial Pedretti era tan toscano, como su jefe. Había nacido en Fivizzano, un pueblecito de la antigua Luginiana, a una treintena de kilómetros de La Spezia. Cuando se sumergió en la Bahía, era ya un marino veterano con siete años de servicio a sus espaldas y estaba considerado uno de los mejores especialistas del grupo. El futuro se encargaría de demostrar que atesoraba arrojo suficiente para justificar la satisfacción con la que Tesei le había elegido como compañero para su maiale.

En medio de la oscuridad, ambos se dirigieron hacia la proa del Sciré donde, con la ayuda de Giusseppe Viglioli -el Suboficial buzo del binomio de reserva- procedieron a sacar su maiale del contenedor y a realizar una última inspección del mismo. Fue entonces cuando el Capitán Tesei se dio cuenta de que el panel de navegación, situado justo delante de su asiento, aparecía empañado por efecto de la condensación. El vaho dificultaba la lectura, nada menos que de la parte donde se localizaba la brújula. Además, había detectado ciertos problemas en el funcionamiento de la llamada bomba de transvase, que era la que permitía regular la inclinación del torpedo. No se trataba desde luego de problemas insalvables, pero sí constituían un presagio nada tranquilizador en una operación de aquella trascendencia. Dispuestos sin embargo a cumplir con su cometido, los dos operadores ocuparon mecánicamente sus asientos sobre el torpedo, activaron el mecanismo de encendido del motor y, navegando en superficie, pusieron proa hacia el puerto del Peñón.

El crucero de batalla HMS Renown, el blanco asignado al maiale de Tesei/Pedretti en la operación B.G. 2. El crucero de batalla HMS Renown, el blanco asignado al maiale de Tesei/Pedretti en la operación B.G. 2.

El crucero de batalla HMS Renown, el blanco asignado al maiale de Tesei/Pedretti en la operación B.G. 2.

No tardaron en darse cuenta de que, aunque estaba previsto que la maniobra de aproximación se realizara en formación, su maiale se iba a ver obligado a cubrir los cinco kilómetros y medio que le separaban del crucero Renown, su objetivo de aquella noche, navegando en solitario. La razón la explicaría el propio Tesei en su informe oficial: "Apenas transcurridos cinco minutos (desde el inicio de la travesía) reduje la velocidad a fin de esperar al resto de los operadores. Estábamos a unos quinientos metros de la costa, se oía perfectamente cómo el mar rompía contra la orilla. Observé que una embarcación rápida equipada con proyectores - posiblemente una lancha motora- y un barco de pesca se dirigían directamente hacia nosotros. Me sumergí rápidamente y permanecí navegando a una profundidad de unos quince metros para evitar ser delatado por la fosforescencia del agua que era muy fuerte. Fue en ese preciso momento cuando perdí el contacto con los demás operadores."

De vuelta a la superficie, pudieron observar como la ciudad de Gibraltar se encontraba iluminada lo mismo que en tiempos de paz, mientras las instalaciones del arsenal permanecían completamente a oscuras. Sigue contándonos Tesei: "A la altura del muelle norte pude ver un fanal verde bajo uno blanco. Me dirigí hacia esas fuentes de luz. Tras aproximadamente una hora de navegación, ya en las proximidades de estas luces, me di cuenta de que se trataba de un navío a vapor con las luces encendidas y tripulantes de guardia. Lo dejé a estribor y me dirigí hacia el Este atravesando un amplio sector donde había varias decenas de vapores, parcialmente iluminados y con personal trabajando; también había pequeños mercantes. Se trataba de un convoy en formación. Ello me obligó a desviarme en varias ocasiones y a navegar largos tramos en inmersión".

Habían pasado dos horas y media desde que habían abandonado el Sciré cuando, sobre las cinco de la mañana, el maiale de Tesei y Pedretti conseguía localizar el North Mole y, tomándolo como referencia, plantarse en la misma entrada que daba acceso por el norte al puerto interior de la base. El crucero de batalla HMS Renown, se encontraba amarrado apenas a quinientos metros en la parte sur del Detached Mole.

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