LA CALAVERA Y LA ROSA. HABLAN LOS ITALIANOS DE LA DÉCIMA

Junio Valerio Borghese. Patricio romano y sottomarino de asalto (I)

  • Los torpedos de marcha lenta podían mantenerse en funcionamiento durante apenas una hora

  • La historiografía anglosajona de posguerra se refería a él como 'El Príncipe Negro'

El submarino Sciré que llevaría a los medios de asalto italiano hasta la base británica de Gibraltar. Imagen anterior a las modificaciones realizadas para el transporte de los maiali.

El submarino Sciré que llevaría a los medios de asalto italiano hasta la base británica de Gibraltar. Imagen anterior a las modificaciones realizadas para el transporte de los maiali.

Entre todas las características técnicas de los maiali, aquellos medios especiales de ataque que la Marina italiana emplearía en sus misiones contra la base de Gibraltar, existe una que destaca por la enorme influencia que tendría en el diseño de aquellos operativos. Esa no es otra que su autonomía. Y es que, navegando a su velocidad máxima de 4,5 nudos, aquellos torpedos de marcha lenta podían mantenerse en funcionamiento durante apenas una hora -cincuenta y tres minutos para ser exactos-, lo que les permitía realizar travesías de unas cuatro millas. En cambio, si lo hacían a 2,3 nudos, su velocidad de crucero, su margen operativo se ampliaba hasta las seis horas y media, pudiendo cubrir trayectorias que rondaban las quince millas.

Aunque se trate de hipótesis correspondientes a modelos de navegación sin duda extremos, resulta más que evidente que si se pretendía lanzar estos ingenios contra las bases enemigas, era necesario contar con un medio de transporte que los llevase hasta sus proximidades. Desde el principio, la necesidad de plantarse ante las mismas narices del enemigo sin ser descubiertos había eliminado toda discusión sobre cuál debía ser la naturaleza del mismo. De tal suerte que, aunque el traslado de estos artefactos pudiese quedar ocasionalmente a cargo de un navío de superficie, cuando se trataba de una operación de ataque, la imprescindible maniobra de aproximación sólo podía ser ejecutada empleando un submarino.

En una muestra más de la precipitación con la que los medios de asalto naval italianos -entonces agrupados en la 1ª Flotilla MAS- habían tenido que entrar en combate, se impone señalar que las primeras pruebas en este sentido habían tenido lugar en La Spezia ya bien entrado 1940. En consecuencia, con el conflicto europeo viviendo lo que se dio en denominar la Sitzkrieg y tan sólo unas semanas antes de producirse la entrada de Italia en la guerra.

La nave elegida para efectuarlas había sido el submarino Ametista, a cuya cubierta se habían añadido una especie de peanas donde los maiali viajarían, en contacto directo con el agua, tras quedar acoplados y asegurados mediante cables de acero. Las ejecución de aquellos ejercicios tendría una doble trascendencia. En primer lugar y entre otras enseñanzas, habían demostrado que, para evitar desperfectos debidos a la presión o la acción del mar, lo mejor era que los maiali viajasen protegidos en el interior de unos reforzados compartimentos estancos. De esta forma y llegado el caso, el submarino podía descender a profundidades de hasta setenta metros, con el añadido de seguridad que ello suponía, sin que los ingenios corriesen riesgo alguno. Y en segundo lugar, habían supuesto la primera toma de contacto entre esta unidad especial de medios de asalto y quien estaba destinado a convertirse en uno de los jefes más carismáticos, admirados y controvertidos de cuantos pasaron por la Bahía de Algeciras.

Pocas semanas después, las conclusiones alcanzadas en aquellas pruebas se habían aplicado en la adaptación de los dos submarinos que el Estado Mayor de la Regia Marina había asignado a este tipo de operaciones. Se trataba de barcos muy robustos y maniobrables pertenecientes a la clase 600 y dentro de ella, a la subclase Adua o Africana. A saber, el Gondar, botado en octubre de 1937, y el denominado Sciré, cuyo alistamiento había tenido lugar en la primavera del año siguiente.

El submarino Sciré que llevaría a los medios de asalto italiano hasta la base británica de Gibraltar. Imagen anterior a las modificaciones realizadas para el transporte de los maiali. El submarino Sciré que llevaría a los medios de asalto italiano hasta la base británica de Gibraltar. Imagen anterior a las modificaciones realizadas para el transporte de los maiali.

El submarino Sciré que llevaría a los medios de asalto italiano hasta la base británica de Gibraltar. Imagen anterior a las modificaciones realizadas para el transporte de los maiali.

Entre las modificaciones importantes que le habían sido practicadas estaban la disminución en altura de su torreta, la retirada del cañón de proa y la apertura de una escotilla adicional cuyo objeto no era otro que posibilitar la salida en inmersión de los operadores. En la misma cubierta se habían instalado tres contenedores cilíndricos de acero -uno a proa y dos a popa- destinados al transporte de los maiali; cada uno de ellos dotado de una especie de guías destinadas a facilitar las maniobras de encierro y liberación de los artefactos.

Contando con estas dos naves y pensando en una futura entrada de Italia en la guerra, el Estado Mayor de la Marina había diseñado una ambiciosa operación consistente en aprovechar las ventajas del secreto que rodeaba la existencia de estos medios, para asestar un golpe decisivo a la Royal Navy. El eje central de la misma era un ataque simultáneo contra sus dos principales bases en el Mediterráneo: Alejandría y Gibraltar; una acción que, de venir coronada por el éxito, bien podía acabar con la superioridad naval británica en ese teatro de operaciones desde el mismo inicio de las hostilidades.

El asalto a Alejandría había sido confiado al Gondar. Mientras Sciré, así llamado en recuerdo de una de las batallas de la pasada campaña de Abisinia, iba a ser el que facilitaría el ataque a Gibraltar. Pues bien, desde la misma conclusión de los trabajos en astillero y con la mente puesta ya en esa importante operación, el mando de submarinos había decidido confiar este último a aquel prometedor oficial que, al mando del Ametista, había efectuado las pasadas pruebas en La Spezia y que acababa de regresar de un curso con los U-Boote alemanes. El oficial en cuestión no era otro que el hijo menor del Príncipe de Sulmona, Teniente de Navío Borghese

El Teniente de Navío Junio Valerio Borghese, que aparece en la relación oficial de altos condecorados de la Marina italiana. El Teniente de Navío Junio Valerio Borghese, que aparece en la relación oficial de altos condecorados de la Marina italiana.

El Teniente de Navío Junio Valerio Borghese, que aparece en la relación oficial de altos condecorados de la Marina italiana.

Junio Valerio Scipione Ghezzo Marcantonio María Borghese había nacido en Roma el 6 de junio de 1906 dentro de una gens patricia de rancio abolengo cuyos orígenes, a decir de algunos, se remontaban al tiempo de los Césares. La saga familiar estaba llena de personajes influyentes y poderosos. De tal suerte que, aunque las riquezas de la familia hubiesen menguado con el paso de los siglos, el apellido aún seguía conservando gran parte de su antigua pujanza. Fueron los destinos como diplomático de su padre, que durante un tiempo había llegado a ejercer como ministro plenipotenciario de Italia, los que explican que una parte importante de la infancia y adolescencia del futuro oficial de Marina se hubiese desarrollado primero en Londres y luego en Lisboa.

Por lo demás, resulta curioso que, a pesar del sobrenombre por el que luego sería conocido, Junio Valerio Borghese nunca llegase a heredar el principesco título de su padre. La verdad es que, como segundo heredero, su único apelativo de nobleza nunca fue más allá de "Patricio de Roma". De todas formas, ya desde joven, siempre se había mostrado convencido de que la verdadera dignidad aristocrática era la que cada hombre se ganaba en virtud de sus méritos individuales, su firmeza de principios y su fortaleza de espíritu. No era pues de los que, en el sentido calderoniano de la expresión, confiara nunca sus créditos personales a la nobleza heredada. Junto a estas convicciones, había sido su apasionado patriotismo, sus dotes de mando y esa actitud recia y arrojada tan propia de los antiguos condotieros, las que le habían caracterizado desde que, en 1928, se graduara como oficial de la Regia Marina en la Academia Naval de Livorno.

Un mero repaso a su hoja de servicios sirve para demostrar que, aunque había ganado oficio embarcado en los grandes navíos de superficie, pronto había comprobado que su sitio estaba con el arma submarina. No es de extrañar pues que fuese en los sumergibles donde se localizarían la práctica totalidad de sus destinos como marino de guerra. De hecho, antes de asumir el mando del Sciré, había servido como oficial en la dotación del Tricheco y ya como comandante, había pasado -entre otros- por el Iride; uno de los más modernos submarinos oceánicos de la flota, con el que había tomado parte en la secreta campaña de acoso al tráfico naval republicano ordenada por Mussolini durante la guerra civil española.

Con estos avales, no es extraño que, si bien renunciando a todo matiz, la historiografía anglosajona de posguerra y por mimetismo gran parte del resto, lleve décadas refiriéndose a él como el 'Príncipe Negro'; efectista y en muchos sentidos injustificado sobrenombre en el que su origen aristocrático aparece unido al color distintivo de las camisas fascistas.

Pues bien, se puede decir que el futuro comandante de la Decima había comenzado a forjar su propia leyenda cuando, con treinta y cuatro años recién cumplidos, la Regia Marina le había confiado el mando del Sciré y con él, la responsabilidad de llevar a los maiali de la 1ª Flottiglia MAS hasta la Bahía de Algeciras.

La instalación de tres únicos contenedores estancos por submarino había hecho que, desde el principio, el número de artefactos destinados a cada misión quedase definitivamente fijado. De tal suerte, que para reunir los seis binomios de combate y los dos de reserva necesarios para ejecutar el mencionado golpe de gracia a la Royal Navy, se había tenido que movilizar a la práctica totalidad del grupo de operadores adiestrado en Boca di Serchio. Dieciséis hombres en total.

Contenedor del 'Sciré', que hoy puede verse en el Museo Tecnico Navale de la Spezia. Contenedor del 'Sciré', que hoy puede verse en el Museo Tecnico Navale de la Spezia.

Contenedor del 'Sciré', que hoy puede verse en el Museo Tecnico Navale de la Spezia.

Por otro lado, según la incipiente doctrina sobre el empleo de estos nuevos medios, las condiciones idóneas para lanzar a los maiali se daban únicamente en las oscuras noches de luna nueva. Esa limitación, hacía además necesario que los responsables de aquellas operaciones dispusiesen de una información precisa, y sobre todo actualizada con un margen muy estrecho, sobre la presencia y disposición de los navíos de guerra en los puertos enemigos.

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