Real Balompédica Linense - UCAM Murcia | La crónica

(0-2) Con la Iglesia hemos topado

  • La Balona cae de manera incontestable ante un extraordinario UCAM, enlaza dos derrotas en casa y tres partidos recibiendo goles

  • Los linenses abandonan sus señas de identidad y son sextos, a tres puntos del cuarto

Pablo Santana conduce el balón y  Killian Granti se dispone a presionarle

Pablo Santana conduce el balón y Killian Granti se dispone a presionarle / Rafael Cerpa

La maltrecha visera del Municipal no pudo despedirse con una sonrisa. Su último recuerdo será una derrota, a todas luces merecida, de una Balona desconocida a manos de un incontestable UCAM. Los albinegros, que hasta la jornada 18 solo habían perdido un partido, enlazan dos derrotas consecutivas y en casa, además de tres partidos consecutivos encajando goles. Un momento de debilidad previsible y asumible dada la entidad de los dos equipos [equipazos] que han pasado por el estadio en la última semana, pero que, seguro, abrirá la puerta a ventajistas y derrotistas. Eso también forma parte de este bendito deporte. Lo peor del revés ante el UCAM es que, por primera vez esta temporada, la Balona no compitió, que es lo único que no le perdona su hinchada.

El conjunto católico traía la lección bien [muy bien aprendida] y cuando se vio por delante cortocircuitó a los de casa, que perdieron sus señas de identidad: esa gallardía irreverente que le había permitido disparar a las escopetas y con la que su afición muere. Esta vez fue un equipo timorato, como bien acuñó Baby. Con una inestabilidad defensiva nada frecuente y una falta de creatividad que forma parte de su libro de ruta. A esta Balona, que tan cómoda se siente arropadita para buscar una contra, cuando va por detrás en el marcador se le ve el refajo. Porque ni está concebida para eso ni sabe muy bien como resolver esa situación.

Al contrario que contra el Cartagena la Balona salió muy bien los primeros veintitantos minutos. En realidad, todo fue al contrario que como ante el Cartagena, excepto el desenlace. En esos primeros compases el equipo de casa agobió al UCAM, que tenía serios problemas para hacer circular el balón. Pero hasta eso lo tenía previsto el equipo de Munitis, que llegado el caso no tuvo complejo en recurrir al patadón y tentetieso.

En esos 25 minutos iniciales la Balona se dejó ver por el área rival, sobre todo cuando robaba cerca de la zona de definición. Dos acciones de Gato provocaron el sobresalto. Y en otra (13’) Gastón rodó por el césped tras cruzarse en su camino Cristian Galas. Uno de esos penaltis que siempre se piden con insistencia pero que pocas, muy pocas veces, se pitan.

Hasta que a golpe de paciencia el equipo visitante tuvo la primera. En el 27’. Una triangulación intachable. Tuya mía. Y Titi que completó una asistencia perfecta a la espalda de los centrales para que Killian Grant definiese con tanta calidad como aplomo.

A partir de ahí el partido fue del UCAM, que lo había llevado justo donde quería. La Balona tuvo una oportunidad, una, antes del descanso. Gato se plantó en el área tras una soberbia entrega de Gastón. Pero una vez en el punto caliente el lojeño no supo si lanzar, si enviar a David Moreno, que le pedía el balón a un metro del marco... y optó por estampar el cuero en el meta Germán.

Nada más arrancar la segunda mitad tuvo el equipo de casa su último boleto para haber cambiado el rumbo de los acontecimientos. Un buen centro de Sergio Rodríguez lo cabeceó Gastón, totalmente solo en el área... pero muy desviado. El propio ariete se llevó las manos a la cabeza, preguntándose cómo podía haber resuelto tan mal.

Y colorín colorado. A partir de ese momento el equipo de Murcia ya no hizo más concesiones e implantó sus normas. A estas alturas del curso los de arriba ya no hacen regalos. Paró el partido cuando quiso y lo aceleró para meter miedo. Se adueñó del centro del campo y ni los cambios de la Balona le provocaron titubeos.

La Balompédica no encontró empuje para sonrojar a los visitantes. Igual es que ha bajado un poco físicamente –que también entra dentro de la lógica- igual es que cuando se corre detrás del balón parece que falta fuelle.

En la última media hora lo único que pudo pasar es que el UCAM ganase por más. En el 49’ Javi Montoya se las ingenió para frenar a Titi, que se había plantado solo en el área. En el 57’ otra vez el portero riojano interceptó a Collantes. Pero en el 68’ el guardavallas se equivocó en la salida, provocó un follón en el área, la defensa no dio una a derechas y al final a Luis Fernández casi le da la risa antes de mandar el balón al 0-2. Que era la sentencia.

Siempre es fácil acordarse de los que no están, pero entre que Kibamba ha bajado un peldaño y que faltaba ese ímpetu que siempre impone el sancionado Carrasco...

Esta vez, al final, no hubo ovación ni la derrota se digirió bien. La Balona perdió ante el UCAM más que un partido, perdió, durante muchos minutos, su conexión con la grada. Y si a este equipo lo trajo algo hasta la zona noble fue su inequívoca vocación de morir por cada balón. Todo lo que no sea eso, se traduce en derrota.

Pero dicho esto, hay que huir de los extremismos. La Balompédica ha tenido la desgracia de jugar en apenas siete días con el Barca y el Real Madrid de este grupo. Y ha pasado lo que marca la lógica, que ha perdido. Ahora regresa a su verdadera liga. Y lo hace a tiro de piedra del premio gordo. Este equipo no merece que se le retire la confianza por un par de borrones. Ha estado cuatro meses acumulando crédito y eso no puede desaparecer de un día para otro.

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