Sal de mi ola, forastero
La Línea a bocados: pescaíto frito y mucho más en la costa del Campo de Gibraltar
Un recorrido gastronómico por la Atunara y el centro linense, entre frituras de pescado, patas de pulpo asadas, cerveza artesanal y dulces únicos
Las pizzerías que conquistan paladares en La Línea
Hablar de la cocina linense siempre es sinónimo de placer en la mesa y buen comer. En esta tierra marinera, el pescado y el marisco fresco son los protagonistas indiscutibles: coquinas, concha fina, sardinas, moya, salmonetes, almejas, pargos, cigalas, pez limón, rape, boquerones, jureles y besuguitos que llegan del mar directo al plato.
La gastronomía de La Línea es variada y con una clara influencia marinera. En verano, el barrio de la Atunara se llena de tendederos de volaores. Estos pescados que se secan al sol, colgados de cordeles, forman parte de la identidad gastronómica local. Resulta impensable un paseo estival sin ver sus singulares puestos ofreciendo este tradicional salazón, tan ligado al barrio pesquero.
Quien visite la ciudad en época de fiestas, como la Feria, encontrará también otro bocado imprescindible: las patas de pulpo asadas. Se preparan en pequeñas barbacoas de carbón, se cortan en rodajas y se aderezan con un simple pero sabroso toque de sal y limón. Un manjar callejero —algunos dicen que incluso se podían encontrar a las puertas del mercado los sábados— que concentra la esencia del ambiente festivo linense.
El tapeo, otro de los reclamos de la ciudad, no se entiende sin probar la cerveza artesanas Aguaviva, producto local que cada vez gana más adeptos. Uno de los lugares más populares para hacerlo es el Barbas, en pleno centro, donde las raciones se acompañan de charlas al sol.
Y como broche dulce, nada mejor que la repostería linense, con mención especial a la japonesa, un bollo de hojaldre relleno de cabello de ángel o crema, imprescindible en las cafeterías del centro para una merienda al caer la tarde.
Dónde comer buen pescaíto frito
Si hablado de frituras, La Línea ofrece una ruta gastronómica que ningún visitante debería perderse. El pescaíto es seña de la ciudad, por eso, aquí van tres paradas —cerca de la playa de Levante— que se han convertido en referencia:
- Mireia Restaurante (Calle Puerto Real. 4,4 estrellas): "¡Espectacular! El pescado frito no lo he probado más bueno", comenta un cliente, que además destaca el ambiente cercano y los postres caseros de Sonia. Otro visitante resume: "Pescado de 10 y raciones bastante grandes, frente a la plata de la Atunara, perfecto".
- Nuevo Hermanos Tomillero (Avenida Menéndez Pelayo. 4,5 estrellas): Un local de tradición, lleno cada noche. "Todo pescado del día y fresco. Precios no caros para la calidad que dan", aseguran quienes repiten. Otro comensal sentencia: "El Tomillero no es solo un restaurante cualquiera, es un sitio con historia y tradición, allí encuentras los mejores pescados frescos... ¡Una parada obligatoria!".
- Bar Salas (Camino de la Higuera, 4,5 estrellas): Clásico y concurrido, es sinónimo de colas en la puerta. "El pescado frito en todas sus variedades está exquisito, los boquerones, la rosada, las tortillitas de camarones... Así da gusto", se lee en una de las reseñas.
Un paseo que sabe a mar
La gastronomía linense no solo se disfruta en la mesa, también en el paseo. Desde Levante hasta el centro, la ciudad ofrece una experiencia que mezcla tradición y modernidad, donde el pescaíto frito se convierte en embajador de su cocina, acompañado de sabores tan auténticos como el pulpo asado, los volaores en verano, la cerveza artesanal y el dulce sabor de una japonesa para terminar la jornada. En La Línea, comer es, sin duda, otra forma de viajar.
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