Oreja por coleta en el mano a mano que cierra el abono de El Puerto

El duelo de buen toreo entre Juan Ortega y Pablo Aguado no alcanza el esperado nivel por el mal juego de los toros de Puerto de San Lorenzo

Juan Ortega durante la lidia.
Juan Ortega durante la lidia. / Germán Mesa
Curro Orgambides

El Puerto, 11 de agosto 2025 - 00:41

Terminó el abono con el enfado del público y con el premio de una oreja por coleta en el mano a mano de Juan Ortega y Pablo Aguado, un acontecimiento que no resultó a la altura de lo esperado por el deslucido juego de los toros de El Puerto de San Lorenzo, que fallaron de nuevo en El Puerto.

La verdad es que la senda de la seminocturna no estaba discurriendo como una tarde de clamor, con un encierro poco propicio por manso y descastado y salvándose con las aisladas genialidades de Ortega y Aguado, dos toreros sobrados de una calidad y clase que siempre termina por aflorar, aunque sea a cucharaditas. Son toreros creativos e inspirados, lo que antiguamente se decía de arte, con eso que les falta a no pocos autómatas, robots y androides del toreo del Siglo XXI: alma, sentimiento y sensibilidad.

Esta última virtud, la sensibilidad no es exclusiva del torero. Es requisito de un buen público para saborear la buena lidia y cuya falta es lugar común para todo presidente que no aprecia lo que no es normal sin recompensarlo con ese mísero despojo llamado oreja.

¿Le faltó sensibilidad de buen aficionado al presidente para premiar la faena de Aguado al sexto? El público entendió que evidentemente sí y se enfadó abroncándolo como si fuera Pedro Sánchez.

El público ya perdió la paciencia con la corrida y hubo palmas de tango para ese sexto toro cuando, nada más salir, evidenció su falta de fijeza, saliendo suelto y pisando todos los terrenos de la plaza. Lo que se dice un manso.

Pablo Aguado lo llevó lo más lejos posible de toda distracción, a la boca de riego, pese al aire, para lancearlo. El toro fue al caballo por su cuenta, en una de esas oleadas explorando el albero y resultó complicado en banderillas, con un oportuno quite de Álvaro de la Calle.

Pablo Aguado dejó muestras de su alegre toreo en los remates.
Pablo Aguado dejó muestras de su alegre toreo en los remates. / Germán Mesa

El manso se iba de la muleta pero Aguado lo buscó incansable por todo el ruedo y logró cuajar buenos muletazos, con esa gran predisposición que demostró toda la tarde, sin aburrirse. De nuevo llevó el toro a la losetilla, a barlovento, donde el público acogía cada muletazo como agua de mayo.

Pero el toro se rajaba ante el incansable torero que hasta porfiaba con la zurda. Para colmó se refugió en tablas sin cuadrar hasta que, con los costillares en los tableros, Aguado se tiro con decisión para una definitiva, arriesgada y certera estocada, la última de la temporada de verano, cobrada con oficio.

Pero el pañuelo no asomó. Solo lo hizo dos veces en toda la tarde. En el segundo, para dar la oreja a Aguado tras una labor de mucho mérito, ejecutada con firmeza, parando muy bien el toro, andándole con excelente aire, con sitio y oficio y pasándolo por los dos pitones, sobre todo por el derecho, que era el de mejor condición del animal. Aguado le anduvo muy bien al toro, entrando y saliendo del embroque con torería.

La otra oreja de la tarde fue para JuanOrtega en el quinto, el que más sirvió del encierro, por lo menos para un torero como el. Tuvo nobleza pero muy poca fuerza, sacando fondo para emplearse en la suave muleta de Ortega, que la movía a milímetros por hora, muy despacio. Lástima que el toro no aportaba nada, quedado y terminando por rajarse. La fuerte petición fue premio para un torero capaz de entusiasmar al público con tan poco toro.

Lo demás no pasó a la historia Juan Ortega contó con un primer toro noble, pero soso y que se rajó al natural, que le dio las justas opciones para mostrar la calidad de su torería.

El cuarto, segundo de Aguado, fue el más complicado de la tarde, con descompuesta embestida y parándose en el viaje. Pablo Aguado lo lidió decidido pero sin opciones.

Y es que todos los días, por desgracia, no son fiesta.

Ficha técnica

Ganadería: Se lidiaron cinco toros de Puerto de San Lorenzo y uno, primero de la suelta, de La Ventana del Puerto, de la misma sangre y casa ganadera. Todos bien presentados, sin embargo fue una corrida que no sirvió, descastada y de pobre juego, con algún toro de complicada mansedumbre.

Matadores en mano a mano:

Juan Ortega, de visón y oro, media y tres descabellos OVACIÓN Y SALUDOS; delantera caída OVACIÓN Y SALUDOS y pinchazo hondo y descabello OREJA

Pablo Aguado, de buganvilla y oro, estocada traserita OREJA; pinchazo y corta atravesada OVACIÓN Y SALUDOS y estocada al hilo de las tablas VUELTA AL RUEDO tras petición denegada con doble broncas al palco

Sobresaliente de Espada: Álvaro de la Calle de esperanza y oro, que no intervino en la lidia pero que hizo un oportuno quite en banderillas en la lidia del sexto

Incidencias: Media entrada larga en tarde de molesto viento de levante y calor. Iván García y Sánchez Araujo se desmonteraron tras banderillear al cuarto .

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