La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La vergüenza de las residencias de mayores

Iglesias tiene las competencias de políticas sociales, pero no ha pisado un centro de mayores o un hospital. Sólo los platós

Quizás poca gente sepa que Pablo Iglesias es vicepresidente del Gobierno con todas las competencias de políticas sociales. Sí, señor. Y lo lleva a gala en su título, que es más largo que el apellido de un maestrante de Ronda. ¿Ustedes han visto al máximo responsable de esas políticas sociales de visita por un hospital, una residencia de ancianos, un centro de salud o cualquiera de las caravanas que acuden a los municipios a realizar las pruebas del Covid? Al número tres del Ejecutivo sólo se le ve con el tono bravucón en el escaño azul o en los platós de televisión pronunciando sus insoportables sermones, que cada día tiene una oratoria más inaguantable, de niño resabio sembrador de odio que pretende camuflarse de pacifista del siglo XXI. Con el gusto que daba oír en el Congreso de los Diputados a gente de izquierdas como Anguita o Guerra, por poner sólo dos ejemplos. Esas bromas cultas, aceradas y con doble filo de don Alfonso siguen siendo insuperables. Este señor que hoy sostiene y condiciona al sanchismo no se ha dignado a tener ni un guiño, ni una muestra de apoyo con esas residencias donde ha ocurrido de todo durante esta pandemia y donde hasta se lesionan derechos humanos, según el último informe que ha trascendido tras una investigación en las de Madrid y Barcelona. Pero no sólo hay que reprocharle falta de atención a Iglesias, que tiene como único objetivo perpetuarse en el poder al precio que sea, sino a la propia sociedad que orilla a los ancianos, los olvida y los tiene condenados a una pandemia silenciosa y devastadora del ánimo como es la soledad. ¿Ningún familiar se dio cuenta y denunció el quebrantamiento de tantos derechos fundamentales? ¿No percibieron nada en la visita dominical? ¿O es que ni fueron a supervisar si sus mayores reciben la atención adecuada? Entre un vicepresidente que no para de recordar a Franco y que comparece en el Congreso en plena crisis sanitaria para presentar un plan de protección de las mascotas de víctimas de la violencia de género (sí, han leído bien) y una sociedad egoísta, que bendice la eutanasia para quitarse de en medio a los viejos y que está acostumbrada a tenerlo todo, ser mayor en los próximos años será una actividad de altísimo riesgo. La gestión de la Tercera Edad será uno de los grandes retos de los próximos Ejecutivos. Se nos va la atención con el cambio climático mientras las residencias se colapsan, no hay garantías de buen trato y se convierten en morgues. Pero no se preocupen, habrá eutanasia para todos. Y los perros y gatos ladrarán y maullarán con mucha fuerza.

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