En la Roma clásica, las esposas que tenían tres hijos, sólo tres, alcanzaban la condición de "matrona romana". Por ello, tenían localidad preferente en los espectáculos públicos. Mi amiga Severa Escalona, además de cumplir esta condición, tiene un nombre y un perfil que no despegarían enfundados en el ricinium, la vestimenta de las romanas de su porte. La domus en la que reina, la fundó con su marido, el inolvidable Andrés Hidalgo, hace más de 50 años. Ella es todavía el alma de la "Venta el Frenazo", en Los Barrios. Aunque el trabajo, recae directamente sobre los hombros de sus hijos, Jesús, Kiko y Antonio, al comedor, la barra y los fogones, ella con el deber cumplido, más que de sobra, sigue allí sentada en una discreta mesa desde la que otea el territorio, saludando a los clientes de toda la vida, sin dejar de estar atenta por si algo se escapa.

Severa es depositaria, junto a Pepe Clavijo, Juan Barea y no muchos más, de uno de los tesoros más valiosos del Campo de Gibraltar: su cocina tradicional. Es la cocina honrada de nuestras abuelas y madres que no sabían de tartares ni de tatakis, pero que intuían lo más saludable, ahora lo llaman cocina mediterránea, con que nos podían alimentar.

Severa, te mira siempre a los ojos. Es la mirada firme y limpia de una mujer segura de sí misma. Tiene una chispa de dolor en el fondo de la pupila, por la falta del que fue su compañero, pero la sostiene, el ver crecer a sus nietos a los que adora y que la rodean con ternura. Ahora que está tan de moda eso del empoderamiento femenino, nunca necesitó de ningún empoderamiento externo. Ella sola, se ha bastado para sacar adelante, junto a su marido, el negocio y criar a su hijos en los valores en los que siempre ha creído y mantiene su laboriosidad leyendo, haciendo trabajos manuales y cuidando las plantas de la terraza de verano que es su jardín de las delicias. Mantiene la curiosidad intelectual por todo lo que la rodea y eso la hace eternamente joven.

Con el amor, el trabajo y el espíritu de servicio, encendió un fuego que hoy sus hijos se encargan de avivar sin descanso, porque el éxito de un restaurante, no está solo en la selección de materias primas o el primor en la cocina. Lo más importante es hacer las cosas con el corazón. En "El Frenazo" cuentan además, con un plus: la mirada de Severa. Que los dioses romanos de su nombre, le concedan larga vida.

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