Un incierto curso escolar

Los docentes se vieron inmersos en una enseñanza online para la que no estaban preparados

T ODAVÍA no sé muy bien que hago aquí… Hace ya varios meses, recién salidos del confinamiento, recibí una llamada del director de este periódico invitándome a escribir en él. Mi primera sensación fue de una enorme sorpresa, ¿qué hago yo escribiendo en el Europa?. Mi respuesta, en principio, fue un no. Y digo en principio porque en septiembre esa respuesta se convirtió en un sí. ¡Y aquí me tienen! (Creo que la compañía de José Juan Iborra y Nacho Castro también presentes en aquella reunión de septiembre, creó el ambiente idóneo para tirarme a la piscina…).

No esperen consideraciones sesudas sobre la realidad que nos rodea, no soy una intelectual sino una vieja profe que mantiene todavía la energía para afrontar nuevos retos y compartir con ustedes, los lectores, aquellos temas que puestos al microscopio merecen ser vistos con un buen ocular.

Tenía claro desde el principio que quería hablarles, en esta primera columna, del desasosiego y la incertidumbre en la que se encuentran mis compañeros docentes en este principio de curso tan raro, y tan inesperado hace unos meses. Han faltado decisiones en el momento adecuado (las últimas disposiciones de la administración educativa llegaron a los colegios e institutos el 3 de septiembre y continuaron, en un total de 30 entradas de normativa de aplicación en centros educativos a lo largo del mes) y normas claras para los centros, que han tirado de todas sus habilidades y estrategias para poner en marcha un curso con las medidas mínimas necesarias para que todo salga bien, y se garantice una enseñanza de calidad con seguridad para los estudiantes y los propios docentes.

La famosa frase de la administración educativa, "la autonomía de los centros", ha supuesto que muchos equipos directivos hayan recortado muy mucho sus vacaciones de verano para crear normas, habilitar espacios, restructurar horarios, y preparar todo lo necesario para el comienzo de curso. No olvidemos tampoco que estos docentes se vieron de un día para otro inmersos en una enseñanza on line para la que no se estaba preparado, dejando que se hicieran todavía más evidentes las carencias en la transformación digital que, ya desde hace mucho tiempo, se tenían que haber abordado en los centros educativos con la ayuda de la administración.

Estoy muy de acuerdo con el profesor Fernando Trujillo, un auténtico experto en Educación, cuando asegura que la escuela, está mandando un mensaje SOS: "Queremos, pero solos no podemos". (La inquietud de la escuela en tiempos de pandemia @ftsaez).

Ahí lo dejo: han dejado claro que quieren, pero solos no pueden. Más claro, agua.

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