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La visita a la exposición Ellas Ilustran Botánica, de la que les hablé en el artículo anterior, ha despertado en mí un enorme interés por la relación que tuvieron con Charles Darwin, el padre del evolucionismo basado en la selección natural, algunas de las mujeres científicas de la época. Los historiadores de la ciencia están, en su mayor parte, de acuerdo en considerar que el célebre naturalista británico no fue precisamente un defensor de los derechos de las mujeres. Sin embargo, la investigación The Darwin and gender project, desarrollada entre 2009 y 2013 por las Universidades de Cambridge y Harvard, exploró cuestiones de género en relación con la vida y obra de Darwin. En dicho proyecto se analizaron 2.000 cartas escritas por Darwin, de las cuales alrededor de 200 fueron dirigidas a mujeres, y 64 de ellas a botánicas y entomólogas. El tono de esas misivas demuestra una dualidad entre sus opiniones en público y aquellas que realizaba en el ámbito privado. A pesar de su actitud ultraconservadora, bastante frecuente en aquella sociedad victoriana, el citado estudio sugiere que ayudó a estas mujeres a alcanzar su sitio en la sociedad. Varios ejemplos así lo demuestran. La británica Marianne North fue una auténtica pionera que, desafiando la moral de la época, viajó por todo el mundo. Mostró desde niña gran interés por pintar y escribir y sus pinturas, demostraban sólidos conocimientos de botánica, lo que le permitió una correcta identificación de las especies localizadas en dichos viajes. Fue amiga de Darwin, siendo él quien le aconsejó algunos de ellos, compartiendo ambos un enorme interés por la distribución geográfica de las plantas.
Mary Treat, estadounidense, entomóloga y botánica, mantuvo correspondencia con el naturalista durante cinco años. Sus discusiones acerca de la forma en que ciertas plantas carnívoras atrapaban a sus presas ocupaban gran parte de las cartas entre ambos. Darwin quedó tan impresionado con el trabajo de Treat sobre las plantas carnívoras que hizo referencia a ella, tanto dentro del texto principal como en notas a pie de página, a lo largo de su publicación Plantas insectívoras (1875).
Lydia Becker, también británica, de formación autodidáctica en botánica y astronomía, y militante sufragista, fue la autora de Botany for Novices, un breve tratado introductorio a la clasificación de plantas que publicó por su cuenta en 1864 y del que envió una copia a Darwin, con el que mantenía correspondencia de forma regular. Con sus conocimientos sobre la flora, contribuyó al trabajo científico del naturalista, al que también enviaba muestras de las plantas que rodeaban Manchester. En respuesta, él actuó como su mentor, respondió a sus preguntas, dio apoyo a sus escritos y la aconsejó sobre los mejores sitios para publicar sus artículos.
Como apunta Hardman, una de las autoras de la investigación antes mencionada “sin las cartas de Darwin, una parte significativa de la fuerza del trabajo femenino habría permanecido totalmente invisible”.
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