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A la sombra de los olmos
Admiro a Antonio Muñoz Molina desde hace ya muchos años por varias razones; no sólo por sus novelas, sino especialmente por sus tribunas y sus manifestaciones públicas donde reflexiona sobre cuestiones de la vida cotidiana.
Ayer leí unas declaraciones suyas sobre temas de actualidad en las que reclamaba recuperar la idea de escasez y austeridad de generaciones pasadas erradicando la cultura del despilfarro que rodea y caracteriza a la sociedad actual.
Siempre que Muñoz Molina habla de los valores y la realidad que caracterizó a la generación de sus progenitores en el medio rural de su Úbeda natal, me siento identificado con los valores y la realidad que yo viví en mi familia en Guadix; experiencias, valores y ambiente rural muy similares. Incluso, coincido en sensaciones expresadas por Molina, como cuando recuerda la llegada del agua potable a su casa, similares a las que vivimos en mi casa al tener el primer grifo.
Y es que hoy estamos en una realidad ficticia, donde todo es abundante y se valora superficialmente el esfuerzo que conlleva disponer de cosas cotidianas: comida, ropa, teléfonos móviles, conciertos, fiestas o viajes, por citar algunas. No somos conscientes del esfuerzo que hay detrás de la creación o de la disponibilidad de muchos de esos productos o servicios.
En muchas ocasiones, ni nos planteamos si los necesitamos o merecemos y desconocemos el impacto en la sostenibilidad ambiental por los residuos que generan la ropa que consumimos, la contaminación de los aviones en los que viajamos o el sueldo que cobran quienes producen esos bienes o recogen los productos que comemos en el campo o en producciones agrícolas.
En la generación de mis padres, hijos de la posguerra, la conciencia sobre la importancia del esfuerzo y de la austeridad, era consecuencia de la escasez que se vivía en aquella época de la dictadura franquista.
Muñoz Molina, como yo, percibió aquello desde una mirada infantil, adolescente y juvenil. Reclamar y reivindicar la austeridad es importante; hacer posible que se tenga en cuenta es algo que requiere cambiar muchas cosas. Difícil empresa, aunque no imposible.
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