Tierra de palabras

El chacachá del tren

El viajar es un placer cuando viajas en un buen tren. Creo que ya nos toca

Lo cantaban los payasos de la tele: “El viajar es un placer que nos suele suceder…” Pero claro, no era en coche y, por lo tanto, no era el auto de papá (ojalá). En el auto de papá descubrí cosas que jamás descubrí en ningún otro transporte, enseñanzas que conservo y que al recordarlas me invade la nostalgia.

Esta vez el viaje era en tren y como a mí eso de viajar pocas veces me suele suceder, la falta de experiencia me hizo ser precavida desde que salí de casa hasta mi retorno al punto de partida. Con tiempo suficiente para el embarque, no fuera que perdiese el tren; con atención plena en cada una de las estaciones, no fuese que me equivocara de vía; y una vez montada en él, que no me pasase de la estación de llegada. Esas cositas que la falta de experiencia acentúa.

Si llego a hacer solo el trayecto de ida y vuelta Algeciras-Madrid, igual no escribiría este artículo; la cuestión es que hubo otro trayecto con el que comparar y ya se sabe: las comparaciones, a veces, llegan a ser odiosas. Si el viaje solo hubiese sido hasta la capital te hablaría del paisaje que parecía congelarse en la ventana por la lentitud del chachachá del tren. Te comentaría que hay que armarse de paciencia y llevar encima numerosos recursos para que se te haga ameno el recorrido de cinco horas y media hasta culminar la Puerta de Atocha. Como anécdota diría que a la ida iba helada porque el aire acondicionado estaba demasiado fuerte y a la vuelta bajé asfixiada porque el frescor iba y venía según se le antojaba. Y a nivel humano, comentar que hubo un joven extranjero que mantuvo a todo el vagón entretenido y descargando su rabia porque el muchacho, con alguna cerveza de más, se negaba a ponerse la mascarilla. Un caradura que se montó en Ronda y que sacó de quicio a los que desde Madrid llevábamos la mascarilla puesta quizás por el hecho de ya llevarla pegada con el sudor y recalentada con tanta respiración dentro de ella. Cosas que pasan.

Lo que me dejó estupefacta fue cuando me subí a un AVE moderno, cómodo y muchísimo mejor acondicionado para hacer Madrid- Calatayud y aquello más que chachachá, volaba. En menos de una hora estaba en mi destino.

El viajar es un placer cuando viajas en un buen tren. Creo que ya nos toca.

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