Polvorín social

Las erráticas políticas han machacado al linense de a pie, abocando a muchas familias al contrabando

Hemos visto las lamentables y brutales imágenes protagonizadas por dos miembros de la Policía Nacional, fuera de servicio e indignos de llamarse agentes de la Ley, agrediendo en Linares a un padre y su hija menor. Tras la detención de aquellos, se han producido una serie de no menos execrables incidentes, cuando la tumultuaria turba reivindicaba violenta justicia al modo Lynch. Todo ello sucedido en el patético escenario de restricciones y penurias que nos amargan la actual existencia.

Es difícil asumir por el dolido vecino que hay que dejar actuar a la Justicia por sus cauces, y que la rabia no se ha de materializar en borroka. Y más difícil es aceptarlo cuando muchos de los ciudadanos se sienten abandonados, arruinados, despreciados y en este caso, también agredidos. En más de un medio se denomina como "polvorín social" a la localidad jiennense.

De pólvora también sabemos en esta comarca y, en especial, en La Línea, donde las erráticas políticas con perspectiva nacional han machacado al linense de a pie, abocando a muchas familias al contrabando por inexistencia de oportunidades, y antes al desempleo generalizado. Ello ha creado si no un polvorín social, sí un sentimiento generalizado de descontento, por no llamarlo cabreo, y por ello, de justificación de ilícitos por alguna parte de la población. Y hete aquí que nos llega además un virus surgido en Wuhan, como al resto del planeta. Como nunca pasamos desapercibidos, al Campo y a Gibraltar nos afecta un primo hermano, denominado cepa británica, que nos da bien fuerte.

Pero las administraciones públicas están aún lejos de asumir la peligrosa situación que está llevando la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales a una parte importante de la población, que no tienen el resguardo de un salario fijo en un trabajo estable, de un patrimonio anterior, o ni siquiera posibilidades reales de encontrar empleo, y que está hastiada de aguantar, o que ya no puede más. Cualquier chispa, como ha sucedido en Linares, puede ocasionar la explosión social, pero siguen empeñados en la ejecución de algunas políticas que fueron diseñadas en otros momentos y que ahora pierden legitimidad y siguen aumentando la desigualdad.

A los que nos mandan no les va a faltar el pago de su jugosa nómina cada fin de mes, eso sí, pero el hostelero por ejemplo, que se busque la vida. Luego, cuando algo suceda, nos mandarán unidades de antidisturbios como siempre, que está muy bien. Pero. por favor, manden también inversiones, infraestructuras y oportunidades.

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