La política exterior española en relación con las controversias de Gibraltar está llena de graves errores y adolece en general de una falta de dirección coherente con sentido de Estado compartida entre las dos fuerzas políticas que han ostentado el poder en el período democrático. En cierto modo, constituyen excepciones tanto el período del Ministro Moratinos cuando se puso en marcha el Foro tripartito de Diálogo, como el período actual, iniciado bajo la Ministra González Laya en el que prima un enfoque diplomático dialogante y pragmático.

Entre los muchos errores que mencionaba anteriormente, sin duda, uno de los más graves fue la decisión de cerrar el Instituto Cervantes por el Gobierno de M. Rajoy. Todos los Estados que disponen de una política exterior potente saben que la promoción del idioma y la cultura es un recurso extraordinariamente potente en defensa de los intereses nacionales que se utiliza en coordinación con otros instrumentos de política exterior. En Gibraltar, desde el cierre de la Verja durante la dictadura franquista con consecuencias desastrosas para la política exterior española que todavía estamos pagando, el español como lengua vehicular ha ido desapareciendo y es raro ya su utilización por las generaciones más jóvenes. No obstante, el idioma español es una de las diferentes señas de la identidad gibraltareña, rica, plural y heredera de diversos flujos migratorios y complejas circunstancias históricas. Este hecho, más una gestión correcta por parte de la dirección, hizo del Instituto Cervantes un centro activo y dinámico de la enseñanza y difusión de la lengua y cultura española en Gibraltar.

El cierre del Cervantes en 2015 impidió continuar con la labor de difusión del español en un territorio en el que la lengua puede ser un instrumento de acercamiento, conocimiento mutuo, tolerancia y diálogo. He podido leer en algún medio de comunicación que el Gobierno ha previsto una partida específica para el Instituto Cervantes en Gibraltar. Si esto es así, significa que ha decidido su reapertura. En mi opinión, esta apertura es un enorme acierto de la diplomacia española en un momento especialmente complicado, con un futuro incierto en pleno período de negociaciones sobre el encaje de Gibraltar con la UE. Cualquiera que sea el resultado de las negociaciones, los pueblos de ambos lados de la Verja estamos llamados a entendernos y relacionarnos. Disponer de una herramienta tan potente como un idioma común, sirve como canal y cauce facilitador de ese diálogo. La promoción activa de su enseñanza y difusión por parte del Gobierno español es un enorme acierto que deberían respetar otros Gobiernos futuros cualquiera que sea su color político.

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