Hay mucho todavía por hacer así que no queda más remedio que seguir y seguir y seguir insistiendo sin bajar la guardia. Cuando leo a Clarissa Pinkola Estés hace que me conecte con la esencia femenina más salvaje que nos habita y que mucha parte de la sociedad se empeña en querer domesticar. Por cada mujer muerta a manos de unas manos de hombre, parece como si el cerco se acotara más para todas nosotras y por cada asesinato perdemos parte de los dominios que por naturaleza a todas nos pertenecen.

Esta psicoanalista, guardiana de antiguos cuentos de tradición latinoamericana, analizando uno de los arquetipos de mujer que los distintos cuentos representan, se cuestiona ¿qué trato desventajoso hacemos las mujeres? Concluye que existe una respuesta constante en la vida de todas nosotras: "Por más que no queramos reconocerlo, el peor trato de nuestra vida es siempre el que hacemos cuando perdemos nuestra sabia vida profunda a cambio de otra mucho más frágil; cuando perdemos los dientes, las garras, el tacto y el olfato; cuando abandonamos nuestra naturaleza salvaje a cambio de una promesa de riqueza que, al final, resulta vacía". Y bien es verdad que detrás de ese acto elegido que conlleva una autodestrucción puede ir oculta una amplia oportunidad de volver a desarrollar la naturaleza instintiva que siempre nos habita. Pero hay desquiciados tramperos, ávidos de venganza, que al mínimo rastro en el que la mujer toma posesión de su dominio apartándose de lo que consideró una inicial riqueza, carga el rifle de venganza o afila la cuchilla con la piedra del odio dándole caza a la que desde el primer día, sin ella saberlo, fue su presa. Muchas de las cosas que se nos ofrecen no son lo que parecen a primera vista.

Debemos seguir a la vanguardia y unidas, abanderando lo que aprendimos de otras mujeres que estuvieron también en primera línea, luchando para no tener hijas amordazadas por los patrones que la sociedad impone, aconsejándoles que no callen su verdad, que no finjan ser menos para que así no las manipulen más, que no se den por vencidas y que sigan excavando en las profundidades de su naturaleza salvaje e instintiva. Que "aprendan a leer entre líneas los mensajes, las invitaciones, las expectativas o las costumbres nacidas de la manipulación de la verdad".

Ojalá llegue el día en el que todas tengamos la capacidad de actuar con astucia y oler el brillo de la cuchilla antes de que nos corten el cuello.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios