Campo Chico

La Plaza Alta, ¿será por coronas?

  • Cuarenta y cuatro escudos con su corona, dieciséis sin su corona y ocho con desconchón

  • Es evidente que no somos especiales por una sola cosa, lo somos porque lo somos

La Plaza Alta, ¿será por coronas?

La Plaza Alta, ¿será por coronas? / Juan José Rivera

La estrategia adoptada en la restauración de la cerámica de la Plaza Alta, me ha recordado la escena de los hermanos Quiñones en la La venganza de Don Mendo; cuando el juglar Bertoldino, “en una velada en el castillo de Don Nuño”, canta la gesta que alude al momento en que los Quiñones se “aprestaron” a la lucha y “ante el castillo llegaron”. Entonces, los infanzones, desde las almenas, les gritaron aquello de “Para asaltar torreones, cuatro Quiñones son pocos. ¡Hacen falta más Quiñones!”. Y me lo ha recordado porque para restaurar los ocho desconchados del escudo de Algeciras, que reposan desde hace nueve décadas en las traseras de los bancos periféricos de la Plaza Alta, lo que hace falta es tener más Quiñones. Los que hay no son suficientes para enfrentarse gallardamente a los hechos, estúpidos hechos, salvajes hechos, que con frecuencia nos lega la Historia. No son tanto las acciones de los malos como las inacciones de los buenos, las que nutren nuestros pesares.

Mi amigo y paisano, Juan José Rivera, me ha ayudado dándome apoyo gráfico (las fotografías son suyas) y contable, para completar el relato sobre las coronas en la cerámica de la plaza, en tanto que parte destacada del escudo de Algeciras. Ya, en su momento, cuando me referí a la constancia con que el número ocho aparece en la contabilidad de los detalles de la Plaza Alta, Manuel Tapia Ledesma, que tanto esfuerzo y sabiduría está derrochando en el empeño de darnos a conocer nuestra historia y avatares, me advirtió que él ya se había ocupado del asunto. En efecto, prolija y generosa es la información que hay en la primera entrega de sus Historias de Algeciras, que contiene la recopilación de sus interesantísimos trabajos publicados en este periódico. Al capítulo XVII (La Plaza Alta y el número 8, página 151) remito al lector, si bien le recomiendo la lectura entera del libro y sucesivos. No se puede decir más, así que cambio y corto.

Hay, no obstante, una pequeña referencia histórica que está oculta. Esta vez se debe a las dejaciones que con tanta frecuencia nos asolan. Una vieja placa en la fachada norte de la base de la fuente alude a la altitud de la plaza, referida (como está establecido) al nivel del mar en Alicante. En la placa se dice que la plaza está a 17 metros, de modo que eso será, más o menos, la cota de la plaza alta respecto de la baja. La cuesta me es tan familiar (yo nací en el número diez de la calle Real) que la subo encantado. Carlos de las Rivas, personaje con el que hay que contar cuando se quiere saber algo de Algeciras, vive junto al mercado, así que la cuesta forma parte, como me pasa a mí, de sus familiaridades con la ciudad. Hace unos días comentábamos este hecho tan ignorado; el ajardinamiento de los alrededores de la fuente ha ocultado la referencia a la altitud de la plaza, no obstante ser precisamente la razón de por qué se le llama alta. Cuando se hiciera, a nadie debió de importarle la ocultación.

Pues bien, en la Plaza Alta hay ocho escudos descoronados violentamente, los de los ocho bancos periféricos, y el doble, dieciséis (uno en cada una de las copas o maceteros que por parejas hacen de centinelas de los ocho accesos) descoronados en su mismísima confección: ya los pintaron sin corona. Pero, pueden estar tranquilos los monárquicos y quienes aman la nobleza y la lealtad a la historia y a la heráldica: hay dieciséis coronas en otros tantos escudos (cuatro por cada banco) situados en los cuatro bancos octogonales que rodean el centro de la plaza. Los otros cuatro bancos rectangulares albergan seis coronas cada uno, hay pues veinticuatro escudos adicionales coronados. Y queda la fuente, que tiene cuatro escudos coronados; salvo en este caso, que hay que dividir por dos, en los demás siempre encontramos un múltiplo de ocho.

No creo que exista nada igual, cuarenta y cuatro escudos con su corona, dieciséis sin su corona y ocho con desconchón. Habrá que recordar la celebrada salida de los gallegos a todo lo que se les propone. Tienen un “depende” para cualquiera que sea la pregunta. Si a nosotros nos preguntaran por el escudo de nuestra ciudad y añadieran “¿tiene o no corona?, pensando en nuestra queridísima Plaza Alta, no tendríamos más remedio que contestar con ese “depende” tan oportuno al que recurren por sistema en esa tierra maravillosa, adelantada del Atlántico, que es Galicia. Parece evidente que no somos especiales por una sola cosa, lo somos porque lo somos. Pero esa es otra historia que merece comentario aparte.

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