La mirada no estaba puesta en el cielo. El sol se convirtió en la tarde de ayer en el más fiel aliado de los emocionados devotos. Eran las cinco de la tarde cuando el repicar de los tambores y el suave olor a incienso envolvía a los cientos de personas que rodeaban la puerta de salida de la procesión en la calle Don Bosco.

Las imágenes de la Hermandad Salesiana y Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Amor en su Entrada Triunfal en Jerusalén, María Santísima de la Alegría Auxilio de los Cristianos hicieron esperar unos minutos a los allí congregados. Pasados diez minutos de las cinco de la tarde se hizo un silencio y la Banda de Música de Nuestra Señora del Rosario arrancó los primeros tientos musicales, el Cristo, guiado por los capataces Alberto Torres y Juan Manuel Torres, tomó la calle y protagonizó su primera levantá entre aplausos.

La Virgen aparecía minutos después acompañada de la Asociación Filarmónica de Conil abanderada por las órdenes de los capataces Manuel Jesús Pavón y Miguel Ángel Arjona.

La marcha procesional, acompañada por cientos de personas a su paso, iba de la mano de los nazarenos vestidos con la túnica blanca y un morado capirote y de los pequeños hebreos, también con la túnica blanca y un pañuelo claro sobre la cabeza mientras sostenían las palmas en sus manos.

Por las calles recibían flores como gotas de lluvia desde los balcones. Algunos rozaban tímidamente la madera del Cristo, incluso de rodillas le recibían y bajo el cante de una saeta que les brindó La Peña Cine Cómico. Llegadas las siete de la tarde hizo entrada en la carrera oficial en la calle Alfonso XI y el público les recibió en la Plaza Alta.