Hay que recuperar la posición en América Latina

Hacía dos décadas que un presidente español no visitaba de modo oficial Ecuador y Honduras, lo que es revelador de la retirada internacional de España

Pedro Sánchez ha iniciado esta semana una gira internacional que le ha llevado a Colombia, Ecuador y Honduras. Hacía dos décadas que un presidente español no visitaba estos dos últimos países. El último fue Aznar. No es un hecho aislado. Desde hace algunas décadas, España ha ido abandonando las que habían sido unas excelentes relaciones y una diplomacia muy activa en toda América Latina que comenzaron con el reinado de Juan Carlos I. Y no sólo España. La Unión Europea se fue retirando del continente americano para ensimismarse en sus propios asuntos y dejar que fuesen otros los que nos relevasen en ese papel. Como en la política en general, en las relaciones exteriores otros ocupan de inmediato los huecos que se dejan vacíos. China y Rusia han ido ganando posiciones en países donde su presencia no pasaba de la anécdota hace 20 años. Lo mismo ha ocurrido en el continente africano. China ha ido abriendo caminos de la mano de las inversiones en grandes infraestructuras y Rusia se empleó a fondo en países como Argentina, con los envíos de su vacuna contra el Covid. Pero tanto Rusia como China aspiran a más; sin duda, a convertirse en elementos decisorios, y no del todo transparentes, en muchos de estos estados. Al debilitamiento de la posición española ha contribuido también un factor no achacable a nuestros gobiernos. Algunos presidentes americanos han alimentado una corriente revisionista contra el pasado colonial, de los cuales, el mexicano López Obrador ha sido su principal adalid por la importancia mayúscula de su país en todo el continente. La diplomacia cultural española debería haber actuado con mayor inteligencia y con una estrategia a más largo plazo. Por otra parte, el reconocimiento que hizo España, como la Unión Europea, de Juan Guaidó como presidente de Venezuela se ha revelado como inútil o, al menos, carente del pragmatismo que debe sustentar una parte importante de nuestras relaciones internacionales.

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