Qué tiempos aquellos

Clavero y Escuredo, con Rojas Marcos, líder del andalucismo de izquierda, era una opción ganadora

Si hubiera que reducir a dos nombres de personas la historia política cercana de Andalucía, sería inevitable recurrir a los de Manuel Clavero y Rafael Escuredo. De más que acierto es haber instituido una Medalla de Andalucía con el nombre del primero y otorgar la primera al segundo. La decisión no es mejorable, y sí oportuna al cumplirse cuatro décadas del primer 28-F. Ellos han sido fundamentales y ellos fueron defenestrados por sus próximos cuando se propusieron preservar la dignidad de Andalucía. Así nos luce el pelo.

Clavero promovió un partido andalucista: el Partido Social Liberal Andaluz trató de conjugar "la contraposición de dos objetivos: uno económico, el de la eficiencia y otro social, el de la equidad" -escribiría Castillo Arenas (Ámbitos, Córdoba 2002)-. Clavero fue profesor de toda la gente guapa del socialismo emergente. La creación del Instituto de Desarrollo Regional junto a Jaime García Añoveros, jurista turolense afincado en Sevilla, y a José Javier Rodríguez Alcaide, andaluz de Baena y profesor de Economía de la Universidad de Córdoba, tuvo mucho que ver en la promoción del Partido que, con una escasa implantación fue, no obstante, el brazo de la Unión de Centro Democrático (UCD) en Andalucía. Después ya, se diluyó en la nada y Clavero se volvió a Sevilla tras su dimisión del Gobierno Suárez.

Escuredo, presidente preautonómico y primero elegido de la Junta en la omnipresencia emergente del PSOE, se apoderó de símbolos y presupuestos históricos del andalucismo. Su gran carisma y popularidad amenazaban el liderazgo de Felipe González. Si Clavero fue el detonante de la reacción andaluza ante la postergación a la que la conducía la política de UCD, Escuredo fue su capitán. Su figura creció en las históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. Eso no era bueno para el aparato del PSOE y Alfonso Guerra se ayudó de un poderoso medio de comunicación para propiciar su desaparición. Más tarde, hubo un momento en que parecía iba a producirse una oferta electoral sugestiva: Clavero y Escuredo, tal vez con Rojas Marcos, líder del andalucismo político de izquierda, era una opción ganadora. Andalucía habría desempeñado con fuerza, en ese caso, un gran papel en la construcción del nuevo Estado. Pero le habría costado muy caro al PSOE cuando se preparaba para poder poderlo todo. Era un precio demasiado alto para sus señoritos, estando como estaban en disposición de impedirlo.

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