No es sólo cosa de fe

Sobre la Virgen, en la catedral de Estrasburgo, se ve el fondo azul y las doce estrellas de la bandera de Europa

Asistí un día de estos que rodean a la Navidad -que viene de natividad- a una especie de debate político-filosófico sobre la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret -porque de eso se trata- en estos tiempos de persecución y derribo que están -que estamos- sufriendo los cristianos. Me sirvió, además de para reactualizar tan sugestivo asunto, para recordar que el gran pensador alemán Jürgen Habermas (Düsseldorf, 1929), ateo confeso de cierta inspiración marxista y uno de los grandes de la filosofía contemporánea, lleva tiempo advirtiéndonos de que el cristianismo es un "factor de justicia universal que, abierto a la razón, provee de sustancia moral a la democracia".

Su encuentro dialéctico, a mediados de enero de 2004, en la Academia Católica de Baviera en Munich, con su compatriota bávaro y no menos grande, Joseph A. Ratzinger (Marktl am Inn, 1927) -algo más de un año después, papa Benedicto XVI-, resituó intelectualmente a Habermas hasta el punto de que algún cronicón se refiere a ello como si de una verdadera conversión se tratara. No creo yo que fuera para tanto -hablé del asunto en el pregón (universitario) de la Semana Santa de 2013 en Algeciras-, pero como escribió Rosalía Sánchez, corresponsal en Berlín del diario El Mundo: "A partir de ese encuentro, el filósofo parece haber girado hacia un pensamiento post secular que, dado el peso intelectual ampliamente reconocido de su autor, podría suponer el inicio de una reconciliación de su filosofía con el hecho religioso".

Los administradores públicos no quieren incomodar a los que no son cristianos y para ello, con más cobardía que buen sentido, desvirtúan el significado de la celebración, al mismo tiempo que ignoran e incluso ofenden a los cristianos, no ya como seguidores de una fe sino, más allá, en su personalidad cultural e histórica. En la catedral de Estrasburgo hay una vidriera con una imagen de la madre de Jesús de Nazaret. Sobre su cabeza puede verse el fondo azul y las doce estrellas de la bandera que fuera adoptada por el Consejo de Europa, precisamente el día 8 de diciembre de 1955, festividad de la Inmaculada. Fue diseñada por un artista de la ciudad alsaciana, llamado Arsène Heitz, que se inspiró en esa vidriera: "Me han pedido que diseñe la bandera de Europa. Súbitamente, me ha surgido la idea de poner las doce estrellas de la Medalla Milagrosa de la calle del Bac sobre fondo azul, el color de la Virgen Santa".

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