Hasta siempre, maestro

La voz de Pepe Ojeda se nos fue yendo del día a día, pero se quedó albergada en nuestros corazones

Pepe Ojeda había sido dotado por Dios de una capacidad natural para la comunicación. No es cuestión de entrar en detalles biográficos sino de señalar rasgos de su personalidad que lo destacan de sus próximos, de sus contemporáneos, de los que compartimos con él un período fascinante de la vida de la comarca en general y de Algeciras en particular. Nadie podría personalizar como él las tres largas décadas que traducen el despegue espectacular de Radio Algeciras, una emisora que no es sólo eso sino mucho más, el reflejo de una sociedad singular plagada de anécdotas y de personajes extraordinarios, con sus luces y sus sombras, desde luego, pero constitutiva de una síntesis formidable de nuestra realidad.

Pepe tenía una voz espléndida y el don maravilloso de la improvisación. Era un hombre hecho a sí mismo, un self-made man, que es como denomina el mundo anglosajón, acudiendo a un juego de palabras que se ha hecho universal, a quien ha sido capaz de destacar sin los apoyos que se precisan para ello. Un generalista en la más significativa concepción del término, poseedor de ese arte innato que señalan los maestros del periodismo a modo de cualidad para serlo en toda su extensión y profundidad. Los de mi generación -la generación del Cronista- le hemos oído pronunciar un pregón -fue pregonero de la Semana Santa de Algeciras por dos veces-, radiar un partido de fútbol, un evento deportivo de cualquier clase o una corrida de toros, bordar una entrevista y llenar de vida, proyectándolo, cualquier evento de no importa qué naturaleza. Personalmente, he compartido con él horas de radio mientras me sorprendía con su saber hacer, con su saber estar en ambientes diversos y con su maestría para extraer confidencias de personajes de todo tipo y condición.

Radio Algeciras ha liderado estos días de luto y consternación, el dolor por la pérdida. Ha puesto en valor, sobre todo para los más jóvenes, el inmenso legado inmaterial del maestro, desde el lugar en el que su voz llegó hasta todos los rincones de la comarca. La grandeza del periodismo aunó en nuestro inolvidable amigo, la generosidad de la entrega, la disposición incondicional a dignificar la tarea y la bonhomía de quien se sabe semejante a los que le rodean.

Su voz se nos fue yendo del día a día, pero se quedó albergada en nuestros corazones y ahí estará hasta que acudamos a la llamada del Padre y tengamos la oportunidad de reencontrarlo.

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