La razón, tan limitada

Es inimaginable que se pueda conocer la causa, la naturaleza y el fin de todas las cosas

En una publicación de fin de semana ("mujerhoy") he tenido la ocasión de leer una entrevista con un "monstruo sagrado" de la literatura en lengua inglesa, profesora universitaria y activista de una de esas "mélanges" de perfil amplio de la progresía de cuello duro. Me refiero a la octogenaria canadiense Margaret Atwood. Abortista, por supuesto, y señalada defensora de las aves. La señora Atwood se declara agnóstica -"pero muy estricta", dice- y descarta que sea atea; "no puedes proponer como conocimiento lo que es sólo creencia", declara.

El conjunto de sus respuestas no añadiría mucha sustancia a lo que acabo de escribir, pero me sugiere tantas cosas, que debo esforzarme cantidad para hacer una síntesis de todo lo que se me ocurre. Como no puede replicarme, me detendré en esa síntesis que conduce a la consideración de personas de todas las extracciones sociales e intelectuales, en cuyas mentes convive la defensa del aborto voluntario con la manifiesta intención de ser buena gente. Es el caso de Atwood, una mujer inteligente que, no obstante, puede ser tan necia como para suponer que alguien pretende proponerle que asuma sus creencias en clave de conocimiento. Se entiende que se defina como agnóstica y descarte ser atea, pues el agnosticismo es propio de personas del "no sabe, no contesta", mientras que el ateísmo es la negación de la existencia de Dios, razonada o no.

A ningún creyente se le ocurriría proponer a un agnóstico, ni mucho menos a un ateo, que incorporara su fe al conocimiento. Los creyentes han de tener muy claro, para serlo por completo, que las cuestiones de fe pertenecen a su yo y si trasmiten a otro sus experiencias de fe, su intención no puede ser otra que procurar que el otro se beneficie de esas experiencias. No hay crispación ni rechazo entre la fe y la razón. Sin embargo la razón no puede explicarlo todo, ni podrá hacerlo nunca. Es inimaginable que se pueda conocer la causa, la naturaleza y el fin de todas las cosas, e imposible que se abarque todo el conocimiento, que se posea la sabiduría necesaria para conocerlo todo. La fe ayuda a la razón a explicar lo inabarcable. En el aborto se frustra un proyecto cuya maravillosa factura no puede ser explicada acudiendo sólo a la razón. Tal vez por ello defiendan el aborto quienes tan sólo cuentan con su limitada inteligencia, quienes tan sólo disponen de la razón para entender la vida y su presencia en el cosmos.

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