La prosperidad compartida

Gibraltar no es un asunto de Estado desde que lo descolgó el presidente Zapatero de esa cualificación

Han dado con el titular. Y ya están los mandarines difundiendo la frase por doquier, aunque no sepan de qué va; al fin y al cabo, ellos, descerebrados a golpe de libra, están para lo que están: para generar los ecos. Gibraltar no es un asunto de Estado desde que lo descolgó el presidente Zapatero de la cualificación y es tal el nivel de indefinición el que envuelve al acuerdo de Nochevieja, que en la declaración institucional, realizada el pasado lunes por el ministro de Exteriores británico Raab y Picardo, se dice textualmente: "El tratado debe garantizar una circulación fluida y abierta de personas y bienes entre Gibraltar y la UE". Pero bueno, ¿no estábamos por lo contrario? ¿No había el RU resucitado el espíritu fronterizo? El ministro Raab va a tener que explicarnos si de verdad su Gobierno está o no por el Brexit. ¿O es que depende, en términos de gallego paladino? El esperpento diplomático-dialéctico no tiene desperdicio: "La identidad británica de Gibraltar". ¿Qué identidad, la hebrea, la genovesa, la española?¿Qué soberanía, la que no permite ni siquiera regalar a otro la propiedad del territorio?. "España y Gibraltar comparten un interés mutuo en la circulación fluida de mercancías entre la UE y Gibraltar"; ¿España y Gibraltar? ¿Es que son dos estados soberanos de análogo tenor?.

Se ha difundido que Picardo&Cia han contratado a la consultora multinacional privada Ernst&Young (EY) para que lleve sus asuntos en el complejo acople -que jamás debió ser permitido por España- de estar pero sin estar en la UE. Además de hilar a lo Möbius "el desacuerdo sobre la presencia de funcionarios españoles en suelo gibraltareño, tras la expiración de los cuatro años iniciales de intervención de Frontex" con el inevitable control fronterizo (con un territorio del espacio Schengen) que corresponde de modo irrenunciable a España.

Paradójico es que para diseñar una "prosperidad compartida", una república de bufetes se tenga por incompetente y recurra a una consultora. La estrategia de dádivas y caudales de la colonia para sostener una imagen favorable a sus indeclarables intereses, hace tiempo que inquieta a la oposición gibraltareña, que no elude la ocasión de referirse a los cuantiosos dispendios que Picardo&Cia dedica a "labores de imagen". De hecho, por primera vez en los últimos tres siglos se le oye a un dirigente de la colonia decir que andan mal de dinero en Convent Place.

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